La cuestión ambiental ocupará un lugar destacado en la agenda de febrero, cuando se reúna la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA). El “congreso mundial del medio ambiente” reúne a gobiernos, grupos de la sociedad civil, la comunidad científica y el sector privado, para resaltar los problemas medioambientales más acuciantes y mejorar la gobernanza mundial del medio ambiente.
Las fechas previstas serán entre el 26 de febrero y el 1 de marzo en la sede del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) en Nairobi, Y la UNEA 2024 se centrará en el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
Pero, ahora que acaba de festejarse el Día Mundial de la Educación Ambiental, habría que apuntar, que esta no ha rendido los suficientes resultados, dada la actual situación ambiental mundial, en la cual no se ha detenido el cambio climático, la perdida de biodiversidad y la contaminación. Por ello, habría que tener en cuenta, una re-orientación de la educación ambiental, pues, aunque ésta consiste en “un proceso destinado a la formación de una ciudadanía que forme valores, aclare conceptos y desarrolle las habilidades y las actitudes necesarias para una convivencia armónica entre los seres humanos, su cultura y su medio ambiente.” Y aunque la educación descanse actualmente en cuatro pilares fundamentales o se divide en cuatro niveles como son los fundamentos ecológicos, la concienciación conceptual, la investigación y evaluación de problemas, así como la capacidad de acción.
Se antoja pensar que como parte de la re-orientación de la educación ambiental, estaría centrada en la ética ambiental, para poder valorar las acciones económicas y la inacción de los gobernantes, que ocasionan externalidades negativas ambientales y por otra parte, en la acción de cambio o transformación, pues es el tiempo de actuar contrarreloj antes de entrar en una trayectoria de no retorno o de colapso.
La primera nos lleva al planteamiento de reformular el contenido de la gobernanza ambiental, con una mayor participación ciudadana en la planeación, toma de decisiones y corresponsabilidad. Mientras que la segunda, apuntala a la acción concreta, inmediata, con financiamiento, y mecanismos adecuados que faciliten la transformación de la actual situación de desastre ambiental.
Ya desde el 2020, había planteado en el libro “La Ética Ambiental” lo siguiente:
¿Por qué la necesidad de la Ética en estos tiempos?
Hoy en día vemos, leemos y nos enteramos de declaraciones, críticas, acusaciones, juicios, campañas, denuncias masivas en las plataformas de las redes sociales, decálogos y otras acciones más entorno al cuidado, protección, conservación, defensa, propagación, capacitación, programas de manejo, estudios y demás, en torno al medio ambiente, la naturaleza, los animales, el cambio climático, biodiversidad, suelos, mares, bosques, ecosistemas, bancos genéticos, polinizadores, humedales, selvas, ciudades, y otros tantos tópicos que se relacionan, pues cada día es mayor el número de personas conscientes de que la crisis económica, financiera, política, social y ambiental, que puede resumirse en una crisis civilizatoria global, tiene también que ver con valores y normas éticas comunes. Un buen número de personas observan, lo que los expertos han documentado y resumido en lo que llaman los tres fallos del sistema capitalista (Dunning 2011), consistentes en 1. Fallo de los mercados: riesgo moral, política macroeconómica equivocada, especulación excesiva (inmobiliaria y bursátil), etc.; 2. Fallo de las instituciones: funcionamiento ineficiente de los sistemas de regulación y supervisión, infraestructura jurídica y financiera inadecuada, falta de rendición de cuentas o transparencia y modelos de información financiera inadecuadas y; 3. Fallo de las virtudes morales, que está en el centro del fallo de los mercados y de las instituciones. Fallos de esta clase son el capitalismo de casino y la corrupción; la falta de veracidad, confianza y responsabilidad social, y la codicia excesiva de los inversores o las instituciones, el falseamiento de los balances y la manipulación ilícita de los mercados.
Como colofón podemos decir que sin moral las leyes no se sostienen y ninguna disposición legal tiene efectos contundentes en ausencia de una conciencia moral basada en ciertos principios éticos.
Desde la creación y uso del concepto de Ética, se han pronunciado y enunciado un conjunto robusto de principios, valores y reglas, que implica o comprenden varios elementos tales como a) Comportamiento: conductas, actitudes o acciones de la persona voluntarias o no b) Justo: Se refiere a la disposición de dar a cada uno lo que le corresponde y c) Correcto: que es lo adecuado. Lo objetivo, lo que guarda correspondencia de algo.
El mundo en el que vivimos está cambiando de forma acelerada, por impulso del avance tecnológico, la globalización, la desigualdad y el calentamiento del planeta. La velocidad, la compresión, la profundidad y la escala de los cambios a los que se ven sujetos los ciudadanos de hoy ponen en cuestión continuamente muchas cosas que creíamos o sabíamos hasta ahora.
Por ello, hoy es una condición para el desafío actual, la ética y en particular, de una ética ambiental acorde con el devenir histórico.
Lo anterior viene a colación debido a que en el transcurso de la historia de la civilización se han tenido varias propuestas epistemológicas que han abonado el campo de la ética ambiental. La discusión, por supuesto, debe trascender el enfoque antropocéntrico, no obstante ello, existen como se apunta, diversas y a veces contrapuestas, posturas éticas ambientales.
Para abonar al debate, hay que partir de dos cuestiones fundamentales: por un lado el abordaje de la ética en términos estructurales, de fondo y por la otra, las características específicas de la ética ambiental, es decir, cuál es la representación formal del tipo de ética que hoy necesitamos para enfrentar la crisis social, política, económica y sobre todo ambiental.
A nuestro juicio, la crisis ecológica planetaria solo puede entenderse y abordarse como una crisis de ajuste metabólico entre la actual sociedad global y el medioambiente, en su doble vertiente: (i) la crisis entre el sistema social en su conjunto y el sistema biosférico; y, (ii) la crisis interna de la sociedad global causada por las desigualdades socioecológicas. Con el fin de compensar estos sesgos teóricos que se dan en la ética ecológica y, elaborar una teoría de enfoque múltiple, se propone algunos principios:
El principio de responsabilidad como cuidado del ser vulnerable (los seres humanos actuales y futuros y la restante vida planetaria).
El principio de justicia ecológica en sus tres vertientes: la justicia global (las desigualdades socioeconómicas a nivel planetario), la justica intergeneracional (generaciones futuras) y la justicia interespecífica (principio de hospitalidad biosférica hacia los otros seres vivos). Son principios que pueden entrar en conflicto y que debemos jerarquizar de acuerdo con ciertos principios estratégicos.
Principios estratégicos: sustentabilidad, precaución y responsabilidad compartida, pero diferenciada y solidaria.
La ética del bien común se plantea como una ética para la resolución del conflicto de intereses entre lo común y lo universal, lo público y lo privado El bien común fundado en la gestión colectiva de los bienes comunes de la humanidad
Los derechos colectivos ante los derechos privados
El aprovechamiento de fuentes de energías renovables, económicamente eficientes y ambientalmente amigables
La bioética debe moderar la intervención tecnológica en el orden biológico
La democracia ambiental reconoce los derechos de las comunidades autogestionarias fundadas en el respeto a la soberanía y dignidad de la persona humana, la responsabilidad ambiental y el ejercicio de procesos para la toma de decisiones
El principio de privilegiar los espacios públicos y el uso de la ciudad
El derecho inalienable de los pueblos a su ser cultural debe llevar a una nueva ética de los derechos de los pueblos frente al Estado
La ética del tiempo como la construcción de la sustentabilidad suspendida en el tiempo, se manifiesta en una ética transgeneracional. El futuro sustentable sólo será posible en un mundo en el que la naturaleza y la cultura continúen co-evolucionando.
Principio de cooperación evolutiva: El cual reconoce la cooperación entre animales, plantas y ser humano