Las investigaciones de Anabel Hernández, por un lado, y las de Tim Dalton, prestigiado periodista estadounidense que han recibido el premio Pulitzer, ha revelado que durante la campaña de Andrés López Obrador del 2006 recibió millones de dólares del Cartel de Sinaloa, lo que bien explica la visita del hoy presidente de México a la madre de Joaquín Loera apodado “El Chapo” y la liberación de Ovidio en el incidente tan recordado como el ‘Culiacanazo’.
Desde entonces AMLO, el predicador neopentecostal, ha sido laxo con el ‘crimen organizado’ a cuyos miembros aprecia como seres humanos. Criminal él también si tomamos en cuenta el ser un evasor de impuestos que ha recibido, por debajo del agua, sobres de billetes desde aquellos tiempos en que era Jefe de gobierno de la ciudad de México. Pues quien no recuerda a René Bejarano conocido como el ‘señor de las ligas’ y recientemente los sobres amarillos de billetes entregados por su hermano Pio. Nada debería extrañarnos de quien, cínicamente, considera que su ‘autoridad moral’ está por encima de la ley.
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Entre la presidencia y el crimen organizado no solo hay un contubernio, sino una protección. De hecho el crimen organizado se ha apropiado de más del 30% del territorio nacional.