En la mañanera de este 26 de diciembre de 2022 el presidente Andrés Manuel López Obrador comentó el escándalo navideño de la corte suprema, es decir, las acusaciones de plagio contra la ministra Yasmín Esquivel Mossa.
Primero, AMLO defendió a la abogada Esquivel. Como la ministra ha negado el plagio —más bien dice que la plagiada fue ella—, el presidente de México expresó que lo correcto es esperar a que sea la UNAM la institución que decida qué pasó.
Segundo, Andrés Manuel dijo con toda claridad que a Yasmín Esquivel la han atacado con un tema de hace 40 años simple y sencillamente porque ella aspira a presidir la corte suprema a partir del próximo 2 de enero de 2023.
Tercero, el presidente López Obrador aclaró que él no tiene candidata ni candidato para encabezar la SCJN.
Cuarto, AMLO respondió a la pregunta de por qué la comentocracia supone que la ministra Esquivel es la candidata de la 4T: “Porque ha actuado con mucha rectitud” apoyando en el poder judicial los proyectos del presidente de México.
Quinto, Andrés Manuel respondió otra pregunta, la fundamental para entender la grilla contra una ministra identificada con el obrarorisno: “¿A quién quieren los conservadores?”. Andrés no dio el nombre del beneficiario de la intriga contra Yasmín, pero sí pistas para identificarlo. “Nada más les voy a decir que quieren al ministro más rico de todos”.
¿Quién es el ministro más rico de todos?
No lo sé, pero puedo especular y lo he hecho con la ayuda de personas que han tratado a ministros y ministras. He hablado para este artículo con versionas que conocen a quienes integran la corte suprema.
Comentaré, en efecto, lo que conozco o he podido averiguar acerca de la situación patrimonial de cada ministro y cada ministra. El último nombre que presentaré aquí es el del integrante de la SCJN de quien prácticamente todo el mundo dice —no sé si con objetividad—que es “el más rico”.
1. Margarita Ríos Farjat es una mujer de clase media de Monterrey. Me consta. Ella quizá sería la menos rica en la SCJN.
2. Loretta Ortiz Ahlf también es una mujer de clase media. Su patrimonio no impresiona a nadie. No la conozco, pero a su esposo sí. José Agustín Ortiz Pinchetti vive de acuerdo a la exigencia que Benito Juárez hizo a los funcionarios públicos: “No pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley haya señalado”.
3. No lo conozco, pero amigos cercanos que sí han tratado a Juan Luis González Alcántara Carrancá elogian su rectitud de jurista que ha vivido solo de la retribución que la ley señala para los distintos cargos que ha tenido.
4. Alberto Pérez Dayán no puede ser rico si maneja él mismo su camioneta —lo vi hacerlo al salir de un restaurante—. Amigos cercanos se sorprendieron cuando se paró de la mesa durante una comida decembrina para ir al parquímetro a depositar monedas porque la reunión se le alargó más de lo que pensó. Los potentados ni manejan sus coches ni saben que existen los parquímetros… y ni siquiera traen morralla en los bolsillos ya que ¡¡¡de eso se encargan choferes y guaruras!!! Evidentemente no es el caso de Pérez Dayán.
5. El presidente saliente de la corte suprema, Arturo Fernando Zaldívar Lelo de Larrea, probablemente tiene más patrimonio que sus colegas con larga carrera judicial, pero solo porque antes de ser ministro su trabajo había sido el de abogado postulante, lo que si bien no permite acumular fortunas —y no parece tener ninguna que apantalle—, sí es una actividad que paga un poco más que el servicio público.
6. Javier Laynez Potisek debe estar muy lejos de ser el más rico en la corte si no tenía chofer —ni tampoco un automóvil de modelo reciente— cuando el año pasado fue injustamente detenido por agentes de tránsito de Torreón, Coahuila.
7. Jorge Mario Pardo Rebolledo. Quienes lo conocen aseguran que este ahogado, que ha sido juez prácticamente toda su carrera profesional, vive en perfecta lógica con los salarios que le ha pagado el poder judicial.
8. Norma Lucía Piña Hernández. También tiene fama de ser una mujer honesta y modesta. No parece tener riqueza, esto es, vive como debe vivir alguien que ha sido maestra de primaria, académica universitaria y, desde hace más de 30 años, empleadas en la judicatura.
9. Yasmín Esquivel Mossa. Ella no ha acumulado nada parecido a un patrimonio de importancia. Vive bien de su salario y de los ingresos de su esposo, José María Riobóo Martín, un ingeniero y empresario altamente especializado y exitoso.
10. Luis María Aguilar Morales. Este ministro no tiene fama de rico, aunque sí le da por juntarse con la clase opulenta. Estuvo en la famosa boda maldita de la hija de Juan Collado en la que participó el cantante Julio Iglesias, fiesta que se supone causó la desgracia de varios asistentes, a saber: el propio abogado Collado, preso; el expresidente Enrique Peña Nieto, exiliado en España; la exsecretaria Rosario Robles, quien fue a dar a la cárcel; el exministro Eduardo Medina Mora, obligado a dejar la SCJN, y Carlos Romero Deschamps, sin el poder fabuloso que le daba el sindicato petrolero.
11. Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Casi todas las personas con quienes he hablado aseguran que este es el ministro más rico. No sé si sea cierto, pero prácticamente ha habido unanimidad al señalarlo desde que Andrés Manuel dijo que el de mayor fortuna entre los aspirantes es el preferido por los conservadores para presidir la SCJN. Ello quizá se deba a sus apellidos famosos, los de Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda y Crédito Público de 1958 a 1970. Cualquier marca conocida significa en sí misma patrimonio. En el caso de las personas, la estirpe se traduce en mejores oportunidades de desarrollo y, por lo tanto, en cierto nivel de prosperidad. En la política a veces es muy penado el delito de portación de apellidos célebres. Gutiérrez Ortiz Mena fue uno de los ministros que estuvo en la boda maldita. Si no llega a la presidencia de la corte suprema por todo el enredo del supuesto plagio de la tesis de Esquivel Mossa hace 40 años, habrá que incluir a don Alfredo entre los invitados sobre quienes cayó la mala suerte.