No porque haya un adoratorio mal preservado en la clausurada estación Pino Suárez, pero el Sistema de Transporte Colectivo debería pasar de la custodia y administración de un órgano desconcentrado del gobierno de la ciudad, al Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Se trata de una ruina. Y para eso están los especialistas del maestro Diego Prieto.
Obviamente esta ruinosa circunstancia fue detectada desde hace tiempo, pero se ha decidido, tomar las cosas en serio por primera vez en las tres décadas de gobiernos de izquierda en la capital de la república, incluyendo el inconcluso periodo sexenal de YSQ.
Por las razones o sin razones explicadas o por explicar, los hechos son sencillos: esta ciudad mantiene cerradas dos de las más largas líneas del Sistema. La línea dorada se les vino abajo y a pesar de la presurosa y conveniente actuación del concesionario constructor, el intocable ingeniero Slim (modelo de virtudes, según YSQ), no la pusieron en servicio en la fecha prevista.
Muy lejos queda el barrio de la promesa de la carretera de la realidad.
Pero si bien la reparación de fondo a la línea “1” era urgente e impostergable (nadie quiere iniciar una campaña electoral con otro metrazo), se decidió el mal menor entre los dos posibles, y doña Claudia Sheinbaum optó por cerrar el transporte masivo y auxiliar a los millones de afectados, con un servicio de autobuses insuficiente, lento e incómodo.
Tanto como un metro saturado, en cuyo mantenimiento se pateó el bote durante cinco administraciones: Cárdenas, Robles, López Obrador, Encinas, Ebrard y Sheinbaum. Apenas ahora se hace lo aplazado con el inevitable agravamiento de la ruina.
Y del desastre de la Línea Dorada; mejor no hablar. Iba a estar en servicio nuevamente en diciembre de este año, pero será imposible.
Total, si no son capaces ni de llevar a cuentas a Florencia Serranía, ex directora del STC, a quien el Metro se le inundó, incendió y al final derrumbó, pues las palabras de los demás no tienen caso.
A esta ingeniera, (ir) responsable protegida de la pésima administración del Metro, no la tocan porque llevarla ante el Ministerio Público dañaría sus derechos humanos. Hasta ahora no se sabía; declarar ante una autoridad sobre un accidente con 26 muertos y setenta y tantos heridos, viola los derechos de quien habla, pero puede desdeñar los derechos de quienes murieron o quedaron heridos. Esos no cuentan.
En fin, la reconstrucción de la primera línea (remodelación, le dicen con eufemismo), ya no podía esperar. Y para eso fue necesario cerrar las estaciones de la arcaica línea “1” cuya condiciones hacían los recorridos lentos, saturados, discontinuos y peligrosos en algunos momentos.
Pero lo más genial de todo esto es la información boletinada, acerca del pobre recurso de hacer recorridos de los autobuses de RTP y algunos más prestados hasta del estado de México.
“…En el primer día del cierre de 12 de las 20 estaciones de la Línea 1 del Metro por trabajos de modernización no se registraron aglomeraciones para subir a las unidades de la (RTP), toda vez que se reforzó el operativo con más camiones, incluso del Mexibús. Sin embargo, el tiempo de traslado de los usuarios se incrementó y algunos hicieron hasta una hora de Pantitlán a Balderas, por lo que las autoridades recomendaron anticipar su salida”.
Esto es talento puro:
“…El secretario de Movilidad, Andrés Lajous, dijo a EL UNIVERSAL que “…sí considero que hay una afectación en el tiempo, estamos hablando de 15 minutos hasta media hora adicionales a la que hacían antes, [lo tienen que tomar en cuenta] para que puedan planear mejor su viaje”.
Cuando una autoridad da consejos dignos de una abuelita, (pues levántese más temprano; no sea huevón), solamente le falta irse en bicicleta, ya sabe usted a dónde, silbando una alegre tonadilla…
“…Es un honor, estar con Obrador…”