Pedro Castillo, personaje de origen modesto, profesor rural en el lejano Perú, fue electo presidente de aquel país el 28 de julio de 2021. En su toma de posesión dijo “Traigo acá el corazón abierto para todos y cada uno de ustedes, acá, en este pecho, no hay rencor”, sostuvo en alusión a la polarizada campaña que disputó con Funjimori, tras lo cual aseguró que ahora “primero está Perú”. No tenía la menor idea de lo que es gobernar, aunque llamó a la concordia y la unidad. Y sin embargo recientemente tuvo las ‘agallas’ de intentar disolver el Congreso, pero se topó con pared. Y fue destituido legalmente por esa misma instancia. A las claras, se trató de un autogolpe de Estado. Frustrado en sus intenciones, pretendió huir y refugiarse en la embajada de México.
En una actitud a todas luces injerencista, López, el Jefe de Estado mexicano, ordenó que se le abrieran las puertas de la embajada, apelando a la tradición de asilo, pero sin contar que esa tradición se aplica en el caso de los perseguidos políticos, y no en el de los golpistas. Pero ocurrió que bloqueado por los propios ciudadanos peruanos, nunca pudo llegar a su refugio anhelado.
No contento con la violación a la doctrina Estrada que exige no intervenir en los asuntos internos de otro país, López defendió al depuesto Castillo diciendo que había sido víctima de las ‘élites’, de suerte que provocó una crisis diplomática entre ambos países, con la complicidad de Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, hoy en día, precandidato a suceder a López en la silla presidencial, confiado acaso en los favores recibidos cuando siendo el Jefe de gobierno de la ciudad de México drenó abundantes recursos por conducto de Mario Delgado, entonces su secretario de Finanzas, a despecho de su responsabilidad en el colapso de la Línea del Metro, que produjo veintisiete fallecidos.
En efecto, como si nada hubiera pasado, Ebrard se asume, campante, como una de las ‘corcholatas’ de López, al igual que la Sheinbaum, y Adán Augusto, ‘el florero del Edén’ como lo apoda Don Ángel Verdugo. Coterráneo de Obrador, Adán Augusto es el hombre más anticarismático de los presidenciables.
* * *
Pero volviendo a Obrador, en actitud de metiche en la crisis peruana, causada por la destitulación y arresto de Castillo, solo refleja ignorancia, ineptitud y pérdida de liderazgo en una América latina abrumada por las prácticas autoritarias de sus gobiernos que parecen decir Adiós a la democracia.