La sociedad moderna tiene un fundamento jusnaturalista: los hombres son libres por igual porque comparten una misma naturaleza. En este sentido, el jusnaturalismo prescindía de consideraciones raciales. La historia cultural derivada del Iluminismo parecía confirmar, más allá de la ficción jurídica, que el progreso de la libertad se entreveraba con el mestizaje. Para Gustavo Klemm, autor de una voluminosa Historia cultural general de la humanidad (1846-1852), historia y mezclas raciales han corrido por el mismo cauce. Pero la tentación de clasificar a los hombres por razas sedujo también a la sociedad europea decimonónica. Por aquellos días en que Klemm publicó su investigación, Gobineau dio a conocer su Ensayo sobre la desigualdad de las razas cuya idea central reside en la afirmación de la superioridad europea: belleza diurna, solar, que refleja las ventajosas potencias del espíritu. Así, el Ensayo…dio expresión a un prejuicio eurocéntrico muy difundido que asociaba la piel blanca con la civilización y las razas oscuras con la barbarie.
Bien conocidas son las mil formas de opresión que ha arrastrado consigo teorías y prácticas raciales de la perspectiva de los dominadores: discriminación, esclavitud, genocidio; signos todos de una perturbación etnocéntrica ante la cual los hombres de piel oscura reaccionaron con legítima furia. Hace más de medio siglo, Frantz Fanon escribió Caras negras, máscaras blancas, rechazo de la denigración cultural y enaltecimiento de una identidad, la negritud, que justificaba la revolución anticolonialista. El intelectual negro, nacido en la Martinica francesa en 1926, puso de relieve las virtudes de la negritud a partir de un contraste con la decadente sociedad occidental: mientras ésta se hundía en el fango de su voracidad industrial y en su falsa racionalidad, la negritud irradiaba vitalidad, amplitud cósmica, compasión por los demás. Para Fanon, había que destruir el orden instaurado por el blanco, reinventar la humanidad, costara lo que costara: violencia, desesperación, ríos de sangre. Su nihilismo no reconocía otro camino que el de una “lucha asesina” para que pudiera emerger un hombre diferente.
Durante la época de los sesenta del siglo pasado, la atmósfera cultural de los Estados Unidos se tiñe también de coloraciones románticas allende la lucha por los derechos civiles; añora la comunidad africana perdida, el reencuentro con el primitivismo sabio y feliz. En la versión de Stokely Carmichael, el black power convoca a los negros a recoger la herencia de su sentido comunitario como alternativa a los valores occidentales. Contra un liberalismo hipócrita que los ha esclavizado, los negros hurgan su identidad verdadera en las raíces africanas.