Francisco Morales
La nueva gran exposición del Museo Universum tiene una tarea en mente: que cuando un visitante salga de sus salas y se encuentre con una paloma en la calle, no pueda volver a mirarla de la misma forma.
Y es que detrás de esa inofensiva ave a la que todos estamos habituados, hay un largo linaje evolutivo que asciende hasta los más imponentes dinosaurios.
Ésta es la idea que guía la exhibición Dinosaurios entre nosotros, una colaboración con el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York que explora uno de los más fascinantes -y todavía relativamente poco sabidos- capítulos de la biología evolutiva.
“Es una exposición que habla de la rama de los dinosaurios que no se extinguió y que dio lugar a las aves, entonces, esto que evolutivamente está cargado de ciencia y tiene muchísimo contenido bien interesante, que habla de geología y de paleontología y de descubrimientos, de hallazgos, tiene un montón de historias bien atractivas por donde podemos nosotros asombrar al público”, explica María Emilia Beyer, directora del recinto mexicano.
Bien instalados en el imaginario público, tanto por el sistema educativo como por manifestaciones culturales como el cine y la televisión, muchos de los dinosaurios más conocidos no se veían como comúnmente imaginamos.
“En Parque Jurásico y otras películas se ven, por ejemplo, a los velociraptores, pero queremos que vengan a ver cómo se veían en realidad”, adelanta Beyer.
“Sí eran fieros, sí eran carnívoros tremendos, sí cazaban en manada, sí eran realmente de los dinosaurios más agresivos de los que tenemos conocimiento, pero lo que uno nunca se imaginaría es que tenían un plumaje bien bonito, de colores, uno no se los imagina como una guacamaya, ¿no? Y resulta que eran así”, refiere Beyer.
A través de modelos escultóricos, fósiles, especímenes modernos y representaciones gráficas, la exposición busca mostrar, en una línea de tiempo, las pistas que llevaron a los científicos a trazar el linaje entre los dinosaurios y las aves.
“Pistas en los momentos evolutivos, en donde los dinosaurios empezaron a cambiar algunas cosas no sólo de su fisiología, por ejemplo, huesos más porosos, que como sabemos que tienen hoy las aves, o a lo mejor como algunos dinosaurios que perdieron los dientes”, detalla la bióloga y divulgadora de la ciencia.
La razón por la que esta línea, que los científicos tienen ya muy clara, no es todavía de conocimiento masivo y popular, podría deberse a que muchos de los hallazgos más importantes para demostrarle se han llevado a cabo, apenas, en las últimas dos décadas.
“Encontrar buenos fósiles no es fácil, entonces, a lo mejor y tienes como científico la sospecha y crees que es por ahí, pero necesitas hallar la evidencia y a veces no tienes la suerte de hallarla, a lo mejor en toda tu vida no encuentras el fósil que te demuestra que sí ibas bien en tu línea de pensamiento”, explica.
Uno de los fósiles que han ayudado a esclarecer este linaje es el del anchiornis, dado a conocer al mundo en 2009, y que corresponde a un dinosaurio del jurásico tardío que podría tener hasta 161 millones de años de antigüedad.
“Este fósil es una maravilla, porque tiene muestras de las plumas, entonces éstas ya son demostraciones de que estos animales realmente fueron evolucionando hacia lo que conocemos como aves y dejaron de tener, tal vez, una piel escamosa, un poco más reptilianas, a contar con protoplumas o plumas”, ilustra Beyer.
Posteriormente, se realizaron hallazgos de nidos con huevos en buen estado de conservación que dan cuenta de formas de conducta para el cuidado de las crías que vemos en las aves de hoy en día.
De igual forma, tecnologías que antes no se tenían han podido analizar la porosidad de los huesos para dar cuenta cómo es que los dinosaurios fueron preparándose para, eventualmente, levantar el vuelo.
La colaboración entre el Universum y el museo neoyorquino se ha llevado a cabo ya en varias ocasiones, con la más reciente de ellas en una exposición e ilustración científica, y es a partir de esta cercanía que la institución universitaria fue buscada para imprimir su sello en este nuevo proyecto.
“Le pareció que nuestra mirada era muy creativa, que nosotros imprimíamos un sello lúdico en las exposiciones que ellos tenían, que desde el punto de vista de la ciencia son muy correctas, pero un poquito serias”, cuenta Beyer.
La exposición codiseñada por ambos museos cuenta también con módulos esclarecedores dedicados a explicar, por ejemplo, cómo surgen las plumas, cómo se sabe que algunos dinosaurios las tenían y la ciencia detrás de su coloración.
“Vamos a tener también algunas sorpresas, con sonidos, como nos dice la ciencia que debían haber sonado los dinosaurios, un espacio sonoro que va desde los sonidos de estos antiguos dinosaurios, a los cantos más hermosos de las aves que conocemos el día de hoy, como una forma de comunicación que los une”, promete la directora.
A inaugurarse el 8 de diciembre, Dinosaurios entre nosotros, fungirá como una celebración por los 31 años de Universum y estará abierta al público hasta el verano del 2024.
Con ello, la institución universitaria y su colaboradora estadounidense buscarán demostrar que, en los hechos, los dinosaurios no se han ido del todo.
Enriquecen acervo
El Instituto de Biología de la UNAM también colabora en la exposición Dinosaurios entre nosotros con la exhibición de numerosas aves que son parte de su colección nacional, para dar cuenta de la biodiversidad que existe en México, y Africam Safari prestará elementos como garras, picos y plumas como una forma de hacer accesible la información para niñas y niños con debilidad visual.