En términos éticos, el legado más importante de la Quincuagésima novena legislatura del Estado de Querétaro ha sido la iniciativa propuesta por la diputada Martha Fabiola Larrondo Montes de ‘La ley Protectora de la Dignidad del Enfermo Terminal para el Estado de Querétaro’. La exposición de motivos es más que clara: el principio de libertad y autonomía que derivan de la dignidad, deben presidir el momento crucial de la existencia como es la muerte. La muerte será digna cuando el derecho a la vida se respeta hasta su término natural.
Ciertamente, el desarrollo científico y tecnológico favorece la prolongación de la vida. Ayuda a vivir. Pero debe garantizar el derecho a morir dignamente. Esto significa respetar la negativa del paciente a someterse a tratamientos que pretenden prolongar la existencia de manera innecesaria, aunque siempre paliando el dolor mesuradamente, evitando acciones terapéuticas sin esperanza, es decir, inútiles y obstinadas, eso que se ha dado en llamar “encarnizamiento terapéutico” No se trata de la eutanasia que intenta deliberadamente la muerte, sino de la ortotanasia, vale decir, la defensa del derecho a morir dignamente, lo cual depende de las disposiciones previsoras del enfermo terminal, disposiciones debidamente certificada ante un notario que dé fe de la voluntad del moribundo o de su representante si es el caso. Todo esto supone la honestidad del médico cuya obligación es la de informar al paciente sobre su condición clínica. Compleja situación en la que interviene la bioética, quiero decir, la solución adecuada del comportamiento médico de conformidad con los valores y principios morales. En otras palabras, la respuesta ceñida a una ética de la virtud y del cuidado en la práctica clínica.
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Resulta evidente, pues, que solo una persona avezada en cuestiones éticas como la Dra. Larrondo pudo haber planteado esta iniciativa vanguardista, reveladora de una elevada conciencia, no del todo comprendida. La prueba es que permanece ahí en la comisión de salud de la Legislatura que entró en funciones hace apenas unos meses. Mucho dependerá del impulso del Ejecutivo. ”¿Dormirá el sueño de los justos?”. Lo sabremos con el tiempo. Por lo pronto queda ahí como una aportación que, al menos yo celebro como lector que he sido, durante años de Leonardo Boff y Philippe Ariés cuyo libro clásico “Morir en Occidente”, ya conservo como un tesoro de la historia de las mentalidades