Lo más grave, y diría yo, lo más triste, es que, en la cuestión del huachicol, no se trató de dos o tres funcionarios malandros, dos o tres manzanas prohibidas. No, se trató de toda una fuerza política que necesitó coordinar Secretarías de Estado y dependencias de todos los niveles institucionales. El único que lo pudo haber hecho… sin música de suspense: López Obrador.
¿Y ahora? ¿Qué le espera al país, saber que no cuenta con un gobierno sino con una especie de tropa de ocupación? Por principio depredadora, inclemente, antipatriota, lista para fugarse a Paraguay, a Cuba, a Venezuela, al ser descubierta o perseguida por los gringos.
¿Será posible que la Presidenta, Comandanta y Científica, como la presentan oficialmente, corte la rama podrida en la que está sentada? No lo creo, no tiene ni el valor, ni la fuerza política ni la sensibilidad para atreverse. El bastón de mando que le dio su creador es un carrizo.
Una esperanza en el futuro próximo es que exista una división interna en Morena, y un grupo importante decida someter al Movimiento a una autocrítica; demandar investigación y sanción a los corruptos. Tampoco lo creo, la metástasis de la corrupción ha invadido a todo ese cuerpo político. La curación los puede llevar a una eutanasia de Morena.
Sí creo que pueda haber miembros distinguidos que, ante esa cloaca, decidan salirse e ingresar a otros partidos. Conscientes que será muy difícil ganar una elección solamente con los programas sociales, pero con una interrogante que los perseguirá: “¿Es un honor haber estado con López Obrador?”
¿La oposición podrá sacarnos de esta grave crisis nacional? Es la posibilidad más alejada. Sin liderazgos atractivos. Su crítica, sin opciones de solución; acusados también de turbias negociaciones internas. Ante las fuerzas políticas organizadas, dan ganas de gritar lo que hace algunos años gritaban los argentinos: “Que se vayan todos”.
La última opción es la sociedad civil, que observa desalentada e indignada como la Presidenta, hoy erigida en Ministerio Público, protege con la sombra de la impunidad a los sobrevivientes de la corrupción más grande de nuestra historia.
El huachicol ha secado la pradera de la realidad social, mechas se prenden por todos lados, sea agrupaciones: “Resistencia”, “Disidencia”, “Insumisos”; sea personalidades que reclaman el liderazgo de los opositores. Todos deberemos participar, no habrá el derecho de darle la espalda a la grave situación del país.







