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El gran (a) salto de Claudia Sheinbaum

El cristalazo

por Rafael Cardona
17 agosto, 2021
en Editoriales
RAFAEL CARDONA / AMAGOS, SEÑALAMIENTO Y POLARIZACIÓN
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Alentada por la voz principal o quizá (des) orientada en la navegación por el canto de las sirenas, Claudia Sheinbaum ha tomado ya las primeras acciones -irreversibles todas ellas–, para colocarse como una protagonista avanzada dentro de su partido (mejor dicho, el partido del presidente, en el sentido posesivo) y para ello ha uniformado la imagen del gobierno de la ciudad en un mimético viraje cuyo sentido es a la vez, imitación, homenaje; definición e incondicionalidad.

El camino de la lealtad disciplinada ha llevado a otros al éxito, como por ejemplo a Alfonso Durazo quien gracias su infinita capacidad de adular y engañar, logró el gobierno de Sonora. Otros casos se conocen, pero ninguno de ellos ha tenido el, calibre de una sucesión presidencial cuya finalidad es doble.

Por una parte, mantener viva la cantaleta de una Cuarta Transformación de la Vida Nacional. Por la otra continuar en el mando político aun cuando otra persona se encargue de las molestas y a veces engorrosas labores del gobierno.

Para lograr este segundo afán, mayor al primero, es por lo visto el principal interés transexenal del presidente, abortadas sus ideas de extensión del mandato por el par de fracasos sucesivos en los casos de Bonilla y Zaldívar, es necesario un conjunto de factores cuyo compendio Claudia Sheinbaum se encarga de construir.

El, primero es la lealtad, cosa ya conocida a lo largo del tiempo.

No olvidemos cuando Rosario Ibarra de Piedra le colocó mal los alfileres de seguridad a la banda presidencial del “Presidente Legítimo”, la señora Sheinbaum fue responsable de proteger el paño tricolor y no dejarlo caer al suelo. Ella, desde entonces, cuida la corona del emperador. 

Pero a más de leal, la heredera debe ser sumisa y consciente del motivo de su posible designación: acatar las disposiciones y distinguir entre lo esencial y lo accidental, los coyuntural y lo trascendente. En una palabra, obedecer.

Kennedy decía, para un político es importante ceder en las pequeñas cosas para lograr las grandes cosas. Pero ella no es Kennedy. Ni siquiera Johnson.

Para un gobierno obsesionado con los detalles y los símbolos el cambio de colores en su identidad gráfica es una especie de expresión bautismal. La doctora abandona el verde de su “compromiso ecológico”, como dijo antes y asume los tonos vino tinto de la casa matriz: Morena.

La señora Sheinbaum está absolutamente decidida a convertirse –con los riesgos lógicos–, en una militante cuya campaña ha comenzado en condiciones sumamente ventajosas.

Ninguno de los demás aspirantes al gobierno de la república tiene a su disposición a los nuevos servidores de la ciudad o las becas del bienestar. El piso está bien disparejo.  Todo es Morena.

Es, en una palabra, la “morenización” del gobierno, tal y como se ha hecho siempre desde el advenimiento de la izquierda al control de la capital. 

El logotipo de Claudia Sheinbaum: dos letras “C” y “S” estilizadas y cruzadas como dos “clips” de papelería en forma de “X”, con círculos en sus cuatro rumbos, fue desde el principio, muestra de su capricho. El diseñador escogido para hacer tan simplón dibujito, simplemente se lo robó a un grupo de Metal.

Los diarios de entonces así lo relataban:

“…El nuevo logotipo, de Israel Hernández Ruiz Velasco, de la Universidad de Guadalajara, fue el ganador tras concursar contra 803 propuestas, y está basado en “Innovación y Esperanza”. “De acuerdo con su diseñador, el color verde representa un nuevo comienzo y equilibrio con el medio ambiente.

“Luego de que usuarios de redes sociales encontraran similitud del nuevo logo con el de la banda de Metal Neural FX, Sheinbaum dijo que consultará al Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial para evitar controversias respecto al nuevo logotipo que se usará como imagen institucional de la Ciudad de México”.

Resolvieron el plagio con un panel multidisciplinario (¿?) de “expertos”. Pura piña.

Etiquetas: Alfonso Durazocanto de las sirenasCuarta Transformación

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