Al pobre espectáculo deportivo, a la carencia de la técnica y de calidad futbolística se suma un sobreprecio, un dinero que quiere cobrarse por poder ver a la Liga MX.
Con esta medida de negocio, los patrocinadores que pensarán y evaluarán si vale la pena poner su marca en las playeras de los equipos.
Directivos que esperan recibir dinero con una visión inmediata, pero que en un mediano y largo plazo verán que su inversión se aleja y hace chiquita, como sus decisiones.
A los Aficionados nos ven hoy como clientes. Los viejos, que ya estamos fastidiados por ver un deporte que hace tiempo nos dejó de interesar, cautivar y apasionar; los jóvenes, esos que en un futuro podrían estar involucrados, pero que con esta medida de cobrar por ver, los llevará a generar afición por otras ligas y otros deportes que igual tienen un costo, pero el espectáculo está más cerca, por no decir garantizado.
He visto futbol desde los años setenta, he intentado adaptarme a los cambios del deporte, a ver cada vez más atletas y menos futbolistas, pero esta medida, puede ser la muerte para el futbol con el que crecí y si ya quedaban pocas ganas de ver futbol con esto, literalmente se apagó la televisión.
De niño yo presumía y portaba la camiseta de Pumas, descubrí a Hugo, Cabinho y Muñante; mis amigos de Cruz Azul amaban a Marín, y los del América idolatraban a Reinoso, Borja, Tena o Zelada; hoy veo a mis hijos a los niños en la calle con playeras del Barcelona, Real Madrid, Manchester City o el Chelsea, les importa poco o casi nada lo que pasa en el futbol mexicano.
Los estadios no están llenos, salvo Nuevo León, en donde se conforman con poco y culturalmente tienen pocas cosas para presumir, el resto cada vez acude menos a las canchas.
Quizá sea el momento de volver a jugarlo y verlo menos, aunque las piernas ya no aguanten 90 minutos y no respondan a la señales del cerebro para hacer un cambio de juego, controlar un balón o disparar a portería.
Hoy el futbol tan perdido está, que se llevará a cabo un mundial de futbol en el desierto, en noviembre, en pleno invierno y, como van las cosas, es muy probable que lo vean cada vez menos personas.
Sin duda el futbol está perdido y en riesgo de ser sólo negocio, aunque a corto plazo dejará de serlo, al tiempo.