En noviembre del año 2024, durante la reunión del G-20, en Río de Janeiro, se produjo una especie de sub-alianza continental. La hicieron cuatro presidentes de otros tantos gobiernos autodenominados “progresistas”.
La Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo; Gustavo Petro, de Colombia (con quien ella se había reunido ya en el Palacio Nacional de México); Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil y Gabriel Boric, de Chile.
“Seguimos trabajando en conjunto para fortalecer nuestros vínculos y construir un futuro más próspero para ambos países”, dijo en aquella ocasión la doctora CSP.
“Nos encontramos con nuestros amigos los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; Chile, Gabriel Boric Font, y Colombia, Gustavo Petro Urrego en la Cumbre de Líderes del G20”, compartió Sheinbaum en redes sociales.
Sin embargo este lirismo de lejanos ecos bolivarianos se desvanece cuando llegan los asuntos de la impía realidad.
El pobre diablo Petro, envalentonado por esa supuesta solidaridad latinoamericana, rechazó hace unos días la repatriación de sus conciudadanos y los devolvió. Y cuando le plantearon las inmediatas represalias estadunidenses ante tal desplante, amenazó casi con una rebelión iberoamericana en favor de su causa y en defensa de su postura. Pura palabrería.
El heroísmo le duró exactamente cinco minutos. Los aviones con los deportados aterrizarán cada y cuando los envíen los EU. Trump lo dobló en un instante, como a López en su tiempo; lo sentó de un derechazo a la mandíbula.
“Petro –dice la prensa sudamericana–, rechazó la injerencia de potencias extranjeras en la política colombiana, argumentando la independencia del país. Además, destacó la importancia de la resistencia latinoamericana frente a las presiones de Washington, evocando figuras históricas y subrayando el valor de la cultura y la historia de Colombia en el contexto internacional”.
Nada tiene de extraña la fanfarronería de Petro, lo verdaderamente misterioso es esta frase: “destacó la importancia de la resistencia latinoamericana frente a las presiones de Washington”.
–¿Cuándo vuelva en sí, podrá el exguerrillero explicar cuál resistencia? ¿Cómo se expresa esa resistencia, cuánto vale y cuánto pesa?
La mentada solidaridad, al menos en el caso mexicano, se quedó en esta diplomática argumentación de la Doctora (doctora sólo hay una):
“…Nos parece bien que hayan llegado al final a un acuerdo entre el gobierno de Colombia y el gobierno de Estados Unidos. No son buenos ni las tarifas ni otros mecanismos. Ayer por la noche, entiendo, se llegó a un acuerdo entre ambos gobiernos y eso es bueno porque debe prevalecer el diálogo y el respeto, que es lo que nosotros hemos buscado en la relación con Estados Unidos
“Ayer por la noche, entiendo, se llegó a un acuerdo entre ambos gobiernos y eso es bueno porque debe prevalecer el diálogo y el respeto, que es lo que nosotros hemos buscado en la relación con Estados Unidos”,
Pronto habrá ocasión de escuchar una fiesta coral de discursos pomposos, magnílocuos, rimbombantes y estridentes.
A partir del 18 de marzo se efectuará en la sede de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas en Santiago de Chile, la Segunda Reunión de Revisión Regional de Implementación del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular en América Latina y el Caribe. Comenzará con una Consulta de las partes interesadas, el 18 de marzo, previa a una Conferencia Intergubernamental durante los días 19 y 20 de marzo.
“Sí, están llamando a una reunión de la CELAC (…) Ahí vamos a ver este tema de cómo está planteada la reunión de la CELAC y si participaría personalmente o a través del canciller o de algún otro compañero…”
No recuerdo quien lo dijo, quizá haya sido Gabriel García Márquez, pero la vocación latinoamericana por la verbosidad abundante permite ver cómo a los discursos les brotan floripondios en el aire.
Lindo torneo de rollos y palabras. Nada más.