Aunque las precampañas, en teoría, van dirigidas a los militantes del partido, en los hechos, marcan el inicio de las campañas políticas de los candidatos a los distintos puestos de elección, se hace proselitismo dirigido a toda la población, no sólo a los integrantes o simpatizantes de un partido en particular, son campañas abiertas en la práctica. Por ello, es conveniente empezar a discutir las distintas ideas sobre los objetivos del desarrollo de una sociedad y sobre los temas cruciales que enfrentamos hoy en día. Los analistas tenemos la lupa para magnificar lo que se expresa en el discurso de los candidatos.
El discurso político no es una pieza literaria, sino el instrumento central de comunicación de un candidato para expresar los ejes principales de su oferta política, su objetivo puede ser múltiple según el momento, la circunstancia, el objetivo estratégico o táctico, pero debe inscribirse dentro de los lineamientos generales que se establezcan para este instrumento político esencial para toda campaña política y ejercicio de gobierno. En el discurso se expresa la ideología del candidato, pero también su modo de entender la sociedad.
Los tres ejes temáticos más importantes de la precampaña de un candidato de izquierda son: La lucha contra la corrupción, la austeridad y la lucha contra la desigualdad o las desigualdades. A estos temas hay que agregar el asunto más urgente del combate a la pandemia de la covid19 y la recuperación económica, que no son temas de precampaña, pero que deben incidir desde ya en el discurso de los precandidatos. Los miembros y simpatizantes de los partidos deben estar seguros de cómo el futuro candidato piensa solucionar estos problemas urgentes, de lo contrario, se lanzaría a la palestra política a un candidato con un discurso fuera de foco.
Estos tres ejes son lentes de aumento en los que hay que focalizar el discurso de los precandidatos de los distintos partidos. Es esencial el enfoque de la lucha contra la corrupción, ver las diferentes propuestas, ver la autenticidad de las mismas, la sinceridad de los candidatos, así como la empatía que generan, lo mismo sucede con la idea de austeridad y el combate a la desigualdad en todos los ámbitos y matices.
El discurso es el factor diferenciador de una candidatura. Como decía el antiguo adagio latino de los evangelistas Lucas y Mateo: “Ex abundantia cordis os loquitur”, de lo que existe en abundancia en el corazón es de lo que habla la boca. El discurso expresa el deseo. El cuidado se pondrá sobre todo en los lapsus, que expresan el deseo profundo del inconsciente. El discurso de un candidato refleja en gran medida su idea de la vida, su ideal de sociedad, el ideal del yo, su deseo, según el Psicoanálisis.
El asunto de la corrupción no es sólo una demanda que se expresa en el discurso político, implica una concepción distinta del modelo de sociedad. Lo que define en la actualidad a la socialdemocracia como propuesta política, no es el origen obrero de un partido político, sino la defensa de un modelo determinado de sociedad, en la que la idea del poder político se separa del poder económico en beneficio de las mayorías populares.
El matrimonio de la política con los negocios engendró una gran cantidad de delincuentes de cuello blanco. Aquí se encuentra un primer factor de diferenciación: Lo que busca un candidato de derecha es radicalmente distinto de lo que busca uno de izquierda. En la polarización en que se encuentra inmerso el país y el estado, no hay coincidencia de discurso, sino diferencia sustancial. El secreto para los candidatos de izquierda está en demostrar esa diferencia y hacerla patente, evidente, a los electores.
Como lo ha señalado acertadamente el presidente López Obrador: A la manipulación se le llamó solidaridad; al saqueo se le denominó rescate; la opacidad y el encubrimiento fueron bautizados como confidencialidad; a la información reservada para ocultar la opacidad se le llamó protección de datos personales; a la apropiación indebida de bienes públicos fue llamada desincorporación y la corrupción fue denominada licitación o adjudicación directa. La falsificación regular y sostenida del lenguaje es uno de los factores que explican la bancarrota política en la que desembocaron los gobiernos de derecha. Obligar a la precisión del lenguaje será la clave en los debates entre los candidatos.
El modelo socialdemócrata de sociedad implica una evolución más justa de los salarios a los que claramente se oponen los partidos de derecha, ligados a las organizaciones patronales. Un candidato surgido de las organizaciones patronales ni siquiera tocará tangencialmente la necesidad de incrementar radicalmente los salarios de los trabajadores, ni la regulación del outsourcing, o el mejoramiento de las condiciones de los viajes empleo-trabajo.
La clave de la construcción de la sociedad socialdemócrata que en un principio estuvo en la alianza de los trabajadores con la clase media, ahora son igualados en la desgracia del desempleo, por lo que se requiere un discurso político dirigido a una sociedad más individualizada, más polarizada, formada por individuos con intereses diversos, sin olvidar a los colectivos que son las bases naturales de la socialdemocracia. La falta de creatividad política y la ausencia de agendas programáticas articuladoras de demandas legítimas son las principales dificultades de la socialdemocracia contemporánea, principalmente de parte de aquellos partidos que postulan candidatos sin formación académica o convicciones profundas. Por el contrario, candidatos con una buena formación en principios éticos y con mayor conocimiento de la realidad sociopolítica buscan proporcionar horizontes de sentido y principios, evidenciando sus derivados de política, armonizar temas tradicionales como la desigualdad de ingreso con temas contemporáneos como la reconfiguración del espacio público con sus tensiones culturales, teniendo como valores fundamentales: la libertad y la justicia. La equivocación para un partido político sería elegir en este proceso de precampañas al candidato erróneo. El reto está en identificarlos con claridad.