Este 22 de marzo se celebra como cada año, el Día Mundial del Agua y el lema y tema para este año, de acuerdo con la ONU, es “Conservación de los glaciares”. (En 2023, los glaciares perdieron más de 600 gigatoneladas de agua: la mayor pérdida de masa registrada en los últimos 50 años. (Organización Mundial Metereológica OMM); Cerca del 70 % del agua dulce de la Tierra se encuentra en forma de nieve o hielo.
Ahora, estamos ante la presencia de un gran reto pues los glaciares se derriten más rápido que nunca, pues a medida que aumenta la temperatura del planeta, nuestro patrimonio helado se reduce, y el ciclo del agua se vuelve más impredecible, de ahí que la conservación de los glaciares es una prioridad absoluta, pues salvar nuestros glaciares es una estrategia de supervivencia para el planeta y sus habitantes.
Hoy en día hay menos agua disponible en el planeta debido a varias causas entre ellas:
• El cambio climático que afecta el suministro de agua dulce.
• La contaminación de los recursos hídricos por actividades como la minería, las fugas de petróleo y los plásticos.
• La sobrexplotación de los acuíferos.
• El aumento del nivel del mar, que saliniza las aguas subterráneas.
• Y todo ello, trae aparejado ciertas consecuencias, tales como:
• Más de 40% de la población mundial no tiene acceso a suficiente agua potable.
• La falta de acceso a agua potable puede causar pobreza, desigualdad, injusticia social.
• Cerca de mil niños mueren cada día por enfermedades relacionadas con el agua o las diarreas.
Muchos se preguntarán ¿cuál es la cantidad de agua potable existente en la Tierra? Pues bien, el agua dulce se distribuye en un 70% en agua congelada (por eso la importancia de los glaciares) ubicada en glaciares y un 30% en la humedad del suelo o acuíferos. Respecto al resto, un 1% se encuentra en cuencas hidrográficas y tan solo un 0,025% es potable. Datos oficiales afirman, por tanto, que sólo el 0.007% del agua existente en la Tierra es potable, y esa cantidad se reduce año tras año debido a la contaminación.
Y según los datos que maneja Naciones Unidas, se habla de 4.200 millones de personas que en la actualidad carecen de acceso a servicios de agua limpia y saneamiento gestionados de forma segura. Además, hay 673 millones de personas que siguen teniendo que recurrir a prácticas poco sanitarias, como la defecación al aire libre. Por otro lado, alrededor de 2.000 millones de personas se ven obligadas a utilizar una fuente de agua potable contaminada con heces.
Lo anterior nos remite considerar que el agua es un recurso escaso y limitado.
Y por otra parte, a medida que aumenta la población mundial y continúa el desarrollo económico intensivo en recursos, los recursos hídricos y la infraestructura de muchos países no logran satisfacer la demanda acelerada.
Y según National Geographic (2023) dice que “Para 2050, aproximadamente 6,000 millones de personas sufrirán escasez de agua debido al incremento de la demanda por el crecimiento demográfico y el aumento de los niveles de contaminación”
Y a pesar de que la escasez de agua resulta ser un concepto relativo, según la ONU-Agua, pues la cantidad a la que se puede acceder físicamente varía mientras cambia la oferta y la demanda de este recurso. No hay duda alguna, que hoy existe menor disponibilidad que en el pasado, principalmente por el crecimiento demográfico (demanda) y por la contaminación (oferta).
Entonces ¿qué significado adquiere el Día Mundial del Agua?, que, por supuesto no es el incremento o conservación del volumen disponible de dicho recurso hídrico, sino por el contrario, la escasez de ese vital líquido.
Se dice que la tragedia se puede vivir de muy distintas maneras, lo cual es por completo cierto, pero al final, todas ellas culminan en la tragedia.
Por ello se considera como tragedia del agua a los “desastres naturales” y a la escasez de agua que afectan a las comunidades.
Y dentro de los llamados desastres naturales se cuentan a las Inundaciones, mismas que consisten en desbordamientos de agua que ocurren cuando el agua se sale de los cauces de los ríos o arroyos, las cuales pueden ser lentas o repentinas (véase el caso reciente en Argentina), y en su lado contrario, encontramos a las Sequías, que no son otra cosa que fenómenos que provocan la disminución de la disponibilidad de agua.
En este sentido, la mitad de los daños humanos y económicos causados por catástrofes (o desastres) en los últimos cincuenta años están relacionados con el agua y el clima. Solo los desastres relacionados con el agua han causado cerca de 1,3 millones de personas fallecidas y representan el 50% de todas las catástrofes (Organización Meteorológica Mundial).
Y por si fuera poco, se tiene el registro de las 10 principales catástrofes durante ese periodo (1970-2019), y las que han provocado la mayor cantidad de víctimas han sido las sequías con 650,000 muertes; seguidas por las tormentas, con 577,232; las inundaciones, con 58,700; y las temperaturas extremas, con 55,736, (según el Atlas de la sobre mortalidad y pérdidas económicas debidas a fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos entre 1970-2019.)
(el caso reciente en Argentina -marzo,2025- arrojó 15 personas muertas en la ciudad de Bahía Blanca, debido a las fuertes lluvias que causaron graves inundaciones.)
Y en relación a la pregunta de ¿cuánta agua nos queda? Se dice que el total de agua en la superficie de la tierra y en el subsuelo, lo que incluye los hielos, ha decrecido un centímetro anualmente durante los últimos veinte años. Y en México de acuerdo con un ensayo de E. Vega (maestro de la facultad de economía de la UNAM, Coordinador Universitario para la
Sustentabilidad, CoUS-SDI, UNAM) del 2025 (con información de SINA-CONAGUA, 2024), se dice que la disponibilidad per cápita para el 2025 es de 3,482 m3/habitante y para el 2030 será de 3,358 m3/habitante, o sea menos (-124 m3/hab.) que en el 2025.
Luego entonces, ¿a qué nos lleva el Día Mundial del Agua?, en términos generales, se puede decir lo siguiente: reflexionar acerca del uso que hacemos de este recurso natural, ser responsables y colaborar para acelerar el cambio y revertir la crisis del agua y su mala gestión.
Lo anterior, implica una mayor eficiencia hídrica; reaprovechamiento de las aguas usadas; garantizar una seguridad hídrica (que es algo diferente al derecho humano al agua), pues dicha seguridad implica infraestructura, esquemas de regulación hídrica, disponibilidad de recursos hídricos (Incluye aguas superficiales -ríos, lagos- y subterráneas)lo cual depende de las condiciones climáticas, geográficas y la gestión de los recursos, calidad del agua (La contaminación de fuentes hídricas por actividades agrícolas, industriales y domésticas comprometen la seguridad hídrica.), gestión y gobernanza (Políticas públicas, leyes y mecanismos institucionales son fundamentales para la distribución equitativa y el manejo eficiente del agua), cambio climático (Afecta los patrones de precipitación, genera sequías más intensas o inundaciones, y altera los ciclos hídricos), demanda de agua (El crecimiento poblacional, el desarrollo industrial y las necesidades agrícolas pueden ejercer presión sobre los recursos).