Ante la desolación y desesperanza de muchos, por la devastación nacional causada por uno de los gobiernos más ineptos, depredadores y traicioneros que ha padecido México, cobra vida el derrotero trazado por los fundadores del PAN en 1939 para aquella y las futuras generaciones de mexicanos, en el sentido de entender la verdadera política como tarea generosa, permanente e inacabada; que las metas a corto, mediano y largo plazo sólo deben ser parte de una “brega de eternidad”.
Nos enseñaron que debemos poner el bien de la nación por encima de las escaramuzas del momento; que las tolvaneras impiden ver los horizontes de nuestra patria, entendidos éstos no como líneas imaginarias sino como rutas ciertas para alcanzar “una vida mejor y más digna para todos”.
Los avances de la civilización son portentosos, pero sigue siendo infrahumana la vida en amplios sectores de la población mundial; y en México, en los últimos 6 años, aumentó la pobreza extrema según las propias cifras oficiales.
El incumplimiento de nuestros deberes cívicos y políticos ha hecho que los grandes ideales que inspiraron a nuestros héroes y dieron vida a la nación sigan siendo eso: simples ideales. Van unos ejemplos:
1) El Rojo de la Bandera que ondearon Iturbide y Vicente Guerrero al proclamar nuestra Independencia simbolizó la deseada “igualdad y unión de los mexicanos”; igualdad y unión que seguimos anhelando.
2) La lucha de Morelos para: “Que todo aquel que se queje con justicia tenga un tribunal que lo escuche, lo ampare y lo proteja contra el fuerte y el arbitrario”, es cínicamente traicionada por este y el anterior gobierno, que colonizaron al Poder Legislativo y dinamitaron y saquearon al Poder Judicial, creando un bodrio que estará dominado por ignorantes y criminales al servicio de la rufianada cuatrotera.
3) Del “Sufragio efectivo”, que soñó Madero, nos olvidaremos por tiempo indefinido, habida cuenta de la caterva de bergantes que dominan los órganos electorales.
Sin consciencia ciudadana y sin limpiar la vida pública de nada sirve soñar con la paz, la justicia y la prosperidad.
PD.- Quien pide “dejar en paz” a Tartufo no deja en paz a sus opositores; insiste en reclamarme que hace 30 años llamé “viejerío” a las mujeres, al convocarlas a participar en la política. Yo le reitero a esa señora tan ignorante y necia que esa expresión no es ofensiva, y según la RAE significa “conjunto de mujeres, no necesariamente viejas”.
Más aún, en aquel tiempo el diario La Jornada tenía un suplemento que a nadie ofendía y se llamaba “El Viejerío”.
Sería mejor que la “fantástica y elegante” sierva de Trump recrimine a quienes sí han ofendido a las mujeres, como la Jesusa Rodríguez (senadora de MORENA) que proclamó: “las vacas, las puercas, las burras y las mujeres, todas las hembras somos iguales”.