El domingo pasado tuvo lugar el primer debate entre los tres contendientes que aspiran a la presidencia de la República. Un tanto inútil por lo previsible de los discursos. Como era de esperarse, la candidata oficialista, la doctora Claudia Sheinbaum, habló de sus logros como Jefa de Gobierno: la reducción de violencia y los feminicidios; y como buena discípula del presidente no dejó de referirse al desastre de los gobiernos neoliberales, a su corrupción, no sin animar a los votantes a pronunciarse por la continuidad de la cuarta transformación. Una marioneta perfecta. Anticarismática, fría, despectiva que aludió a la candidata de oposición, la ingeniera Xóchitl Gálvez como representante del ‘Prian’ y lo que significa: retroceso y corrupción, eludiendo su responsabilidad en la tragedia de la línea 12 del Metro. Y con cinismo aseveró estar siempre al lado de las víctimas.
Por su parte, la ingeniera y empresaria, al principio nerviosa y tensa, cuestionó a la Sheinbaum por su criminal decisión, como delegada de Tlalpan cuando autorizó la construcción del tercer piso en la escuela Rébsamen que trajo como consecuencia la muerte de más de una veintena de niños.
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Por más optimista que uno pueda ser, la Sheinbaum triunfará en las elecciones del próximo 2 de junio. Y de no ser así, lo sabemos, que dado el hecho de que López no admite jamás perder, nos dirá que hubo un ‘golpe de Estado técnico’ expresión que se sacó de la manga, aunque lo que quiso decir es que hubo fraude.
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De Máynez ni hablar: un impresentable. Un fantasma. Y nada más. Personaje a quien como representante de Movimiento Ciudadano nadie podría tomar en serio. De las encuestas, el endeudamiento y otros asuntos hablaré en mi próxima columna.
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Colofón: algunos comentaristas sobre este primer debate, declararon triunfadora a la ingeniera Xóchitl, como si se tratara de una competencia atlética. Sólo fue una confrontación superflua de puntos de vista. La decisión de la contienda se definirá el 2 de junio.