En mi columna anterior me referí al compromiso por demás locable del gobernador Mauricio Kuri de abrir una clínica para tratar los trastornos que padecen las personas que han sufrido el contagio del Covid 19. Pero también sostuve que su compromiso no pasaba de ser circunstancial y que para trascender había que crear un centro de Atención Integral que comprendería también un área para tratar adicciones y lo que, al menos para mí es más importante; ocuparse del maltrato infantil.
Siguiendo a Alice Miller, psicóloga polaca de origen judío, diría que el empleo de una pedagogía venenosa en la infancia daña seriamente nuestras vidas. El maltrato educativo basado en la violencia, tarde o temprano conlleva la afloración de recuerdos de explotación, humillaciones, heridas sufridas en los primeros años de vida. Miller abandonó el ejercicio terapéutico para ocuparse del estudio de ‘casos’, celebridades del mundo de la escritura, del pensamiento, incluso del universo de las artes plásticas. Dostoievski, Chéjov, Nietzsche, Schiller, Rimbaud, Mishima, Proust, Picasso…Todos ellos fueron víctimas de padres autoritarios, madres controladoras, todos fallaron en la lealtad del Cuarto Mandamiento, en esa obligación de amar a los padres; y todos también desarrollaron patologías psicosomáticas: salud precaria, asma, anorexia, alcoholismo, propensión al suicidio. La ciega obediencia alteró sus cuerpos como una expresión del poder destructivo de ese cuarto mandamiento. ‘El cuerpo nunca miente’ es el título de uno de sus más famosos libros. A la misma Alice le llevó cuarenta años liberarse de esa opresión.
Si realmente se quiere promover una sociedad más sana, y ciudadanos maduros, libres de culpa, responsables de sus decisiones; el Centro de Atención Integral deberá ocuparse de toda esa problemática social ciertamente compleja.
En el ámbito político, una terapia correcta no conduce a la sumisión sino a la reflexión liberadora. La democracia sólo puede construirse con ciudadanos mentalmente sanos. De otra suerte, los dirigentes sólo serían la extensión política del padre o de la madre. Y entonces el ciudadano deviene en súbdito, en eso que los demagogos llaman pueblo, presa fácil de la propaganda; de esa ‘pedagogía venenosa’ que corroe los cuerpos y las almas.
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Finalmente se tiene noticia que cerca de 100 mil niños mexicanos han perdido a sus padres fallecidos por causa del Covid 19. ¿Cuántos queretanos? Hay que investigar con urgencia, para asistirlos mental y económicamente. Otra tarea del Centro de Atención Integral pero de todos los queretanos generosos.