A mi hija Antígona
Algo que me congratula como ciudadano o simple ser humano es esa capacidad de reaccionar ante el sufrimiento de los otros. En ese sentido, considero muy locable, de parte del gobernador Mauricio Kuri su compromiso de atender a las personas que han sido contagiados por el Covid 19. Pues que los efectos psicosomáticos de esa enfermedad son variados y profundos, así como el impacto de la pérdida mortal de los seres queridos. De eso han sostenido un conversatorio mi hija Antígona Isla Bailleres y Celi Rodríguez, aquella desde Xalapa y ésta desde Alemania. Aquella psicóloga, ésta, tanatóloga. Conversatorio que ha sido posible merced a los prodigios de la tecnología. Hablaron de la enfermedad, de las señales que la anuncian, de las mil preguntas acerca de dónde pudo haber ocurrido el contagio, de qué hacer en mitad de la confusión, de la soledad; y claro de la pérdida de los seres queridos sin despedida, de este rito tan humano de poder acariciar, oler, cerrar los ojos de quien se va. En fin del duelo que hay que vivirlo, con estremecimiento, con lágrimas.
Sensibles ambas, al igual que el gobernador Kuri. ¿Cómo cumplirá este su compromiso? Aun no lo sabemos. Pero que es complejo, lo es. Supone un grupo interdisciplinario integrado por psiquiatras, psicólogos, antropólogos, sociólogos, trabajadores sociales. Pero bien vale el esfuerzo gubernamental. Como lo afirmé en mi columna anterior, por ignorancia,- confusión los gobernadores anteriores rechazaron eso que podríamos llamar, más allá de la coyuntura pandémica: ‘Centro de salud integral’. Esta es una idea de Antígona, aunque amigos me han sugerido el de Clínica de Polyatría, nombre atinado pero poco comprensible para el grueso de la población.
Llámese como se llame, el centro deberá trascender la contingencia sanitaria para ocuparse de problemas que la rebasan como los niños agraviados en el hogar, en las escuelas; adultos mayores maltratados, en especial mujeres acosadas en los centros de trabajo…
Estos labores del centro se ocuparán de problemáticas sociales no visibles, pero de gran importancia para el desarrollo de una sociedad más sana y, por qué no decirlo, más justa, plenamente inscrita en el ideario panista del ‘Bien Común’.