Cecilia Gabriela Velázquez
En un tráfico ligero de las 7:30 horas, los andenes del centro histórico de Querétaro reviven el canto generacional del “caminito de la escuela” al congregar a 150 infancias formadas en una fila larga. Desde la esquina de la calle Hidalgo hasta la entrada del la Escuela Primaria “Josefa Ortiz de Domínguez”, en el número 48 de la vialidad, hay pequeñas y pequeños uniformados en tonos oscuros, con mochilas de ruedas y colgadas a los hombros, listos para su primer día de clases.
“Bienvenidos, buenos días”, les recibe una de las dos maestras de primaria a la entrada, antes de que las manitas de los cientos de infantes sean sanitizadas por un gel antibacterial. Madres y padres de familia se despiden de sus hijos, besan sus mejillas y les entregan un kit de higiene. Este kit, de acuerdo con las maestras de educación básica, es un “apoyo que se les solicita a los papás” para el aseo de los niños, además de un botiquín.
Sin embargo, la bienvenida a nivel preescolar es un caso diferente. A Larissa Bonilla, madre de dos pequeñas, le preocupa que sus hijas ingresen a la escuela sin sus libros de texto gratuitos. Ella es una de las madres de familia que aguardan en la calle Hidalgo. Espera ansiosa a que el reloj marque las 8:30 horas para que sus hijas ingresen por primera vez al Preescolar “Federico Froebel”, contiguo a la primaria.
Larissa, oriunda de Washington, D.C., Estados Unidos, se pregunta “dónde está el gobierno federal en todo esto”, pues ha puesto dos mil pesos de su bolsillo para costear la carencia educacional de sus hijas, aún sin pensar en los libros de texto faltantes.
“Si no nos gusta como lo está manejando el gobierno, tenemos que actuar y tenemos que tomar algo del poder porque vamos a darles a ellas el mundo en el futuro, y no queremos darles un mundo que no funciona bien. Como papás tenemos que hacer todo el esfuerzo para conseguir lo que ellas necesitan. Si el gobierno no está dispuesto a apoyar a los padres, tenemos que cambiar el gobierno”, detalla en entrevista para Plaza De Armas.
Las puertas se abren y Larissa ingresa con sus hijas al Preescolar “Federico Froebel” para comenzar la lucha por la educación. Si bien ella reconoce que esta batalla la lidera desde su país de origen, ella afirmó estar “dispuesta a hacer más” por sus hijas.
La promesa educativa sigue en pie, al igual que el futuro de las hijas de Larissa Bonilla y las más de 54 mil 200 infancias inscritas en los preescolares de Querétaro. Es cuestión de tiempo saber que la niñez queretana ya disfruta de sus lápices de color, se pasea por las ilustraciones de sus libros de texto y se regocija en algún cuento interesante.