Ayer en París casi se encuentran las manifestaciones en pro de la ultraderechista Marine Le Penn, a la que el poder judicial le acaba de quitar su derecho a postularse a la presidencia de Francia, y la de sus partidarios. En otro barrio cercano marchaban los protestantes contra las barbaridades mercantiles de Donald Trump.
Que yo recuerde, ni siquiera la Guerra de Vietnam se acabó por las manifestaciones en su contra por su injusticia, brutalidad e inmoralidad, y mire usted que muchas vimos. De cualquier forma, las marchas callejeras son parte indispensable del paisaje urbano que queremos calificar como democrático.
En relación con las marchas en contra de Trump y su política comercial, son más importantes —cualquiera que haya sido su magnitud- las celebradas en los cincuenta estados todos, de la Unión Americana, así la preferencia electoral de cada uno de ellos sea demócrata o republicana. El órgano más sensible del cuerpo humano, como bien se sabe, es el bolsillo. Y eso que a todo el mundo -por el momento- nos ha llegado solamente las ondas sonoras del anuncio de los aranceles, que allá llaman tarifas. El verdadero impacto se comenzará a sentir realmente la semana que viene y de ahí en adelante.
Mientras cavilaba este fin de semana en el hoyo cinco de Mar-A-Lago, entre si usar el fierro siete o el wedge para su tercer tiro, Donald Trump disfrutaba el desmadre mundial que había provocado, incluyendo desde luego la contracción de mercados, la caída de bolsas de valores por todas partes, y la incertidumbre.
La incertidumbre es la herramienta favorita del actual presidente de los Estados Unidos. El ser poderoso e impredecible le da ventaja sobre cualquier adversario . Tan lo sabe, que su manual para las negociaciones se basa exactamente en esa premisa: primero dale un golpe contundente al adversario, y cuando lo tengas mareado y vacilante, siéntate a negociar.
Lo mencionó con detalle en el discurso que acompañó a su anuncio de aranceles tutti fruti, cuando adelantó que presidentes, ministros y embajadores de esos países a los que llamó carroñeros iban a hacer cola en su oficina de la Casa Blanca para pedir reconsiderar cada caso en particular.
Cosa que ya ha comenzado a hacer y que conducirá indudablemente a transas, para reducir tasas de arancel a cambio de inversiones en los Estados Unidos. Apple, deja de hacer teléfonos en China y hazlos en Minnesota. Y por ahí…
Lo que a nosotros debe interesarnos son las plantas ubcadas en México. Lo que toda la vida se llamó la Dodge suspendió la producción de sus jeeps y otros autos, por el momento. Las otras irán a transar porcentajes de “origen americano” de sus productos. Si cedieran a la exigencia trumpiana de mudarse a los Estados Unidos, el actual presidente no las verái en acción: se necesitan más de tres años para comenzar a producir de una fábrica nueva de autos. ¡Aguas con los baruntos de reelección!
Por lo pronto, Atila el Huno se convirtió en el Baisano Jalil,el abonero. Creo que la presidente Sheinbaum le entiende a eso del regateo. Pero en lo que ella tiene razón y todos debemos entender es que necesitamos una independencia económica. En alimentos, energéticos, tecnología y servicios, por lo menos. Sólo así evitaremos la figura del abonero tocando cada viernes a la puerta.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): El caso de la septuagenaria doble homicida en Ecatepec que ocupa a los lectores de nota roja, hace emerger un viejo tema: ¿hasta dónde un ciudadano tiene derecho a defender por cualquier medio su legítima propiedad (supongo que ella es realmente la dueña de la casa ocupada) cuando el estado no le proporciona la defensa que debe? Me queda claro que los balazos no son moneda de cambio, pero la pregunta sigue ahí.
felixcortescama@gmail.com