Que aquí no operan los narcos, decían: Sabino
- Según la federación invertía aquí las ganancias
- Usa Pancho auditorías de ESFE a conveniencia
- Sosa, tercer alcalde mejor calificado de México
- Sin opinión de AMLO al autodestape de Anaya
Nerviosismo.
Juan José Esparragoza Monzón, alias El Azulito, murió el fin de semana pasado en Culiacán, Sinaloa, víctima del Covid-19.
El hijo de uno de los narcotraficantes más importantes de México, Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, era el responsable de las plazas Mexicali y Tijuana dentro del cártel de Sinaloa, según información oficial.
Pero El Azulito tenía una parte de su corazón en Querétaro, la tierra que conoció perfectamente cuando su padre vivió aquí.
Era el final de los 80 y principios de los 90 cuando el Azul fue el responsable de entrar a esta plaza, que lo recibió con los brazos abiertos y en las que hizo muy buenas amistades.
De hecho, a Esparragoza Moreno le fue incautada la Hacienda El Vegil. Era la época del procurador Sergio García Ramírez cuando elementos de la Policía Judicial Federal irrumpieron en el lugar, dedicado a la ganadería y la ¡ranicultura!.
Sí, ahí criaban ranas, cuyas ancas eran exportadas a Estados Unidos. El problema es que dentro de las patitas de los batracios les colocaban ampolletas con cocaína.
Además de el emprendedurismo, El Azul abrió brecha para la llegada de personajes como Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos y Arturo Beltrán Leyva.
Es secreto a voces que los sinaloenses tienen más de tres décadas trabajando en estas tierras y lavando buena parte de sus recursos.
Y precisamente uno de los encargados de meter al mercado formal ese dinero, era quien acaba de morir en Culiacán: El Azulito.
De acuerdo con reportes emitidos en 2017 por la entonces PGR, Esparragoza Monzón invertía capitales del Cártel de Sinaloa en Querétaro, Jalisco, Sinaloa, Baja California y Baja California Sur.
Este hombre había sido detenido y esperaba sentencia cuando en 2017 se fugó del penal de Aguarato, Sinaloa.
Con él, huyeron Jesús Peña González, El 20, jefe de seguridad del líder absoluto del cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada, y uno de los fundadores de Los Ántrax, permanecía preso desde 2014. Alfredo Limón Sánchez, El Limón, hombre de confianza de El Mayo Zambada, y Rafael Guadalupe Félix Núñez, El Changuito Ántrax, operador financiero y quien después asumió el liderazgo de Los Ántrax, brazo armado que sirve a Ismael Zambada, este último arrestado en noviembre de 2014.
Desde su fuga, nada se sabía de El Azulito. Hasta el domingo, cuando corrió el rumor de su muerte, que no ha sido confirmada por las autoridades federales ni por el gobierno de Estados Unidos.
A la funeraria llegaron miembros de la Fiscalía General de la República para tomar muestras de ADN del cuerpo que, en teoría, pertenecía al hijo de Esparragoza Moreno.
Todo parece indicar que se trata de él, pero por los antecedentes de su padre, el gobierno ha sido precavido.
Y es que a mediados de julio de 2014, corrió el rumor de que Juan José Esparragoza Moreno había muerto. Se dijo en ese momento que tras accidentarse en una carretera cercana a Guadalajara, fue trasladado a un hospital de Zapopan, donde posteriormente habría perdido la vida. Pero ninguna autoridad lo confirmó de forma oficial.
Solamente otro de sus hijos, Juan José Esparragoza Jiménez, detenido por la Marina, declaró que su padre había muerto en 2014.
Pero tan no es seguro que haya fallecido que tanto el gobierno de Estados Unidos como el de México, siguen ofreciendo importantes recompensas por su captura.
La ficha que el gobierno mexicano posee de El Azul Esparragoza, señala que tuvo al menos ocho hijos: con Epigmenia Burgos, dos, de nombres Rosario Karina y Rosalío (finado); de su relación con Ofelia Monzón nacieron Juan José y Silvia Alejandra, y con Guadalupe Gastélum procreó a Juan Ignacio, Nadia Patricia, Brenda Guadalupe y Cristian Iván.
Hoy, en teoría, su hijo Juan José Esparragoza Monzón habría muerto víctima de Covid.
El tiempo dirá si es verdad o no.
Por lo pronto, según fuentes de inteligencia, se esperan movimientos fuertes en Querétaro, donde según el gobierno federal, El Azulito lavaba una parte de los ingresos del cártel de Sinaloa.
Nada que no hayamos visto antes.
-OÍDO EN EL 1810-
Disparejo.
El gobierno de Pancho Domínguez aprendió rápido el caminito de utilizar las auditorías de la Entidad Superior de Fiscalización para meter a la cárcel a enemigos políticos hasta de su mismo partido. Pero no para refundir a algunos de sus cercanos que –esos sí- se han hinchado.
Son de casa.
-¡PREEEPAREN!-
Medallas.
Con el 74.1 por ciento de aprobación, Roberto Sosa Pichardo es el tercer mejor evaluado de los presidentes municipales de todo el país y el número uno de los panistas, de acuerdo con la encuesta del mes de diciembre de 2020 dada a conocer por la empresa Consulta Mitofsky.
A nivel nacional sólo lo superan al edil de Corregidora el de Ciudad Madero, Tamaulipas, Adrián Oseguera Kernion, de Morena, con 77.4 de aceptación y el de Apodaca, Nuevo León, César Garza Villarreal, del PRI.
Con tan alta calificación, de más de siete de cada diez de sus gobernados, el presidente de Corregidora -el más votados del estado en el 2018- está decidido a buscar la reelección en los comicios del presente año.
Doy fe.
-¡AAAPUNTEN!-
Serena.
La precandidata de Morena al gobierno de Querétaro, Celia Maya García, irá el fin de semana a Cadereyta para platicar con militantes y simpatizantes. Igual sostiene reuniones en esta capital, con las limitaciones dispuestas por la autoridad electoral en el tiempo de precampañas.
Ser muy cuidadosos de todos los pasos legales, ha exigido la abanderada a sus colaboradores.
Es jurista.
-¡FUEGO!-
La Mañanera.
Ninguna pregunta de los colegas y no colegas, tampoco comentario alguno de Andrés Manuel López Obrador este martes al autodestape de Ricardo Anaya Cortés para las elecciones presidenciales del 2024. Solo silencio.
Que se esperan los comentarios de la FGR, nos dicen.