El atlas mundial de la carne 2021, publicado por la organización ecologista BUND y la revista Le Monde Diplomatique, plantea los problemas centrales de dicha actividad y su consumo, los cuales se describen como: “La producción industrial de carne no solo es responsable de unas condiciones de trabajo precarias, sino que además expulsa a gente de sus tierras y alimenta la deforestación, el uso de pesticidas y la pérdida de biodiversidad. Es uno de los principales responsables de la crisis climática”, y en sus 50 páginas también se asevera las tendencias de la producción de carne y sus consecuencias para la salud humana y el medio ambiente. Y añade “Así, por ejemplo, darles continuamente antibióticos a los animales en las granjas está creando gérmenes cada vez más resistentes. Esto amenaza la utilidad de los antibióticos en nuestro sistema sanitario y amenaza la vida humana, también de vegetarianos y veganos.”
Pero también incide fuertemente en la tala de los bosques, que cambia el uso de suelo forestal a uno agropecuario, el cultivo de pastos, situación que también amenaza la salud de las personas. Y además, los animales de la vida silvestre pierden sus hábitats naturales y, el contacto con las personas se vuelve más estrecho, con lo que se facilita la transmisión de virus que eventualmente pueden desencadenar pandemias. Esto es un problema central pues la gran cantidad de superficie que se necesita para la producción de carne. Y de acuerdo con la Agencia Alemana para el Medio Ambiente, actualmente el 71% de las tierras de cultivo del mundo se utilizan para pasto de animales. Mucho más que a alimentos directamente cultivables (18%), otras materias primas (7%) y a fuentes de energías vegetables, como el maíz utilizado como biogás (4%).
Así tenemos que los cultivos de maíz y oleaginosas mayoritariamente se destinan al consumo animal (59% y 57%). Por otro lado tenemos que el cultivo de alimento para animales exporta sustancias tóxicas altamente peligrosas (y a veces prohibidas) de las grandes empresas químicas y las utiliza en numerosas regiones. Y el Atlas cita lo siguiente: “Entre quienes producen y exportan esos productos químicos se encuentran las europeas Bayer Crop Science, BASF y Syngenta, así como las estadounidenses Corteva y FMS.”
Las cifras hablan por si mismas y vean que para el 2018, nuestro planeta tenía ya más del doble de habitantes: 7.600 millones de personas y por su parte, el consumo de carne era en torno a 350 millones de toneladas, siete veces mayor, mientras que la media había subido a los 46 kilogramos anuales por persona. Por ello, los expertos como Johan Rockström, director del Instituto de Investigación sobre las Consecuencias Climáticas de Potsdam, “recomienda reducir nuestro consumo de carne anual a unos 17 kilos de media por persona, y el de productos lácteos a 33 kilos. La dieta tradicional de India y muchos países africanos muestra que esto es posible. Mientras tanto, en América del Norte, Sudamérica y Europa se consume hasta siete veces más carne.”