Nos hemos acostumbrando tanto a verlos en nuestro día a día que se ha naturalizado, de repente, el no verlos. Estamos absortos del concreto que nos ofrecen las ciudades, al grado de que los ignoramos o simplemente pasan a ser una parte más de ese paisaje de nuestras urbes. Son equiparables a ver un vehículo, un muro, una calle, un edificio o la fachada de alguna empresa, los vemos como embellecedores del paisaje y no nos detenemos a observar que realmente son grandes productores de oxígeno y purificadores del aire que respiramos. Sí, me refiero a los árboles.
Los árboles juegan un papel preponderante en nuestras vidas, son parte fundamental de un círculo virtuoso que nos beneficia a todos. De entrada, son los encargados de absorber el dióxido de carbono que existe en nuestro planeta, ese que generamos con nuestro destructivo modo de vida.
Si los árboles no llevan a cabo su tarea se genera una excesiva concentración de dióxido de carbono, ocasionando el aumento de la temperatura en el planeta, ya que se atrapa una gran cantidad de calor. Este calentamiento global (concepto ya conocido por muchos) trae consigo otro tipo de situaciones que nos afectan directamente: sequías e inundaciones, agravando otro tipo de fenómenos naturales que, en muchas ocasiones, terminan con miles de vidas humanas.
Como podemos ver, un árbol, ese “fragmento” del paisaje urbano que nos hemos acostumbrado a ver, resulta ser un elemento esencial para una vida futura, pero hoy, ellos están en riesgo. De acuerdo con una investigación llevada a cabo por científicos australianos y franceses encabezados por Manuel Esperón-Rodríguez, de la Universidad de Sidney, Australia, el 56% de las especies de árboles en 164 ciudades del mundo experimentan condiciones que “estresan” y enferman a los árboles, poniendo en riesgo los innumerables beneficios y servicios que prestan en nuestras ciudades. Hay ciudades como Barcelona o Singapur que tienen a sus árboles a punto de rebasar los límites de resistencia. Un árbol “enfermo” no desempeña la tarea que la naturaleza le dio; los árboles constituyen parte de la tecnología natural que necesita nuestro planeta; ellos tienen el poder de reducir la temperatura del suelo al tiempo de evitar la erosión, producir oxigeno y purificar el aire.
Los indicadores de estos estudios nos dicen que como población hemos fallado y que estamos atentando contra uno de los protagonistas del bienestar de todos los ecosistemas; nuestros árboles.
Los expertos apuntan que las ciudades que están más cerca del ecuador pueden llegar a ser las más afectadas, pues de acuerdo con una proyección realizada hacia el 2050, las urbes que se localizan en dicha zona tendrán menos lluvias, generando condiciones de mayor estrés para estos seres vivos. Como estarán imaginando atinadamente, el riesgo se incrementa cuando hablamos de países como México que invierten poco en la lucha contra el cambio climático.
Si nuestros árboles enferman, si nuestros árboles no tienen las condiciones adecuadas de calor y humedad, simplemente se convierten en aquello que plantee líneas más arribas: en un adorno más de nuestras selvas de concreto. Quizás suene trillado el tipo de mensajes que nos han recetado durante décadas: el verde es vida. Pero es que así es: sin plantas que hagan la función que les corresponde, simple y sencillamente la vida no es posible.
Asi que antes de pensar en jornadas de reforestación, reforestemos nuestra conciencia, y modifiquemos nuestros hábitos para disminuir en lo que nos toca la emisión de gases de efecto invernadero que están acabando con nuestro patrimonio natural, los árboles son solo el inicio.