Sociólogo de formación, pero artista por convicción, Santiago Diez es uno de los creadores urbanos más reconocidos de Querétaro gracias a su particular y colorido estilo -fácil de identificar y apreciar en más de una calle del estilo-, además de su impulso a jóvenes que se adentran en el mundo del arte.
PLAZA DE ARMAS, el periódico de Querétaro, acudió a las instalaciones de la Comunidad Terapéutica Rizoma –de donde es cofundador y director- para platicar sobre su particular mirada artística que nunca deja de evolucionar y experimentar.
Dentro de su nutrida trayectoria, ha ilustrado libros y portadas, realizado exposiciones –sobresaliendo la realizada en Francia-, grafitis y ferias de ello, vendido cuadros en distintos puntos de la República y algunos en el extranjero, además de impulsar a jóvenes artistas. “Ahorita se me concibe más como ‘gestor cultural’, tengo mis dudas de lo que significa, pero sí hago eventos, sí desarrollo mucha gente, apoyo muchos artistas. Aquí viene gente y yo dono mucho material, en Menchaca, en Las Américas, a los grafiteros”, señala.
Un arte con muchas caras
Entrar al estudio de Diez es darte cuenta que la imaginación y creatividad no tienen límites. Es dar rienda suelta a la experimentación, pero siempre sobre la misma línea de un estilo bien definido, basado en cierta colorimetría y en una lógica que sin bien es caricaturesca, no es cómica. “Yo tengo elementos repetitivos, uso una serie de simbologías, pues ahí está el mono triángulo, es uno que se repite mucho”, afirma.
Además, añade que si bien el arte es algo que no toma a la ligera, uno nunca debe permitir que se convierta en algo tedioso. “El chiste era jugar un poco, yo sé que el arte hay que tomarlo en serio, es nuestro trabajo, pero es también divertirse. Me gusta mucho la figura de acción, el juguete, estoy trabajando ahorita con la impresora 3D muñecos y escultura con referencia a los años 80”.
Recorriendo con la mirada su estudio, es imposible no detenerse a mirar su reinterpretación de “muñeca lupita”, que si bien mantiene ese toque folclórico y tradicional de la original, le imprime muy bien su sello particular y esencia del arte urbano.
“Pensé en una figura de acción cartonera, que le puedas dar sus personalidades, que cada mono tenga sus caras, accesorios y demás, pero casi casi de broma. Les hice sus cabezas de cartón con diferentes esquemas, es un rollo de experimentación tridimensional. Ese fue como mi acercamiento a la cartonería, en esta escultura muy mexicana, aunque claro, yo no soy cartonero, lo que hago es colaborar mucho”. La clave es no encasillarse.
Todo comienza con el sharpie
“En realidad mucho de mi trabajo, o mi lógica gráfica que yo propongo, se acaba conteniendo en dibujos en blanco y negro de formato pequeño que paulatinamente voy desarrollando; todo mi trabajo parte de la ilustración, de la ilustración monocromática”, menciona al tiempo que muestra una variedad de carpetas que contienen su bocetos de los cual parte a otros formatos y recuerda sus cuadernos de apuntes escolares llenos de dibujos .
Y añade: “Yo comencé de chavo, jugando con pintura, ya sabes que siempre hay clases de pintura, yo tomé mucho esto de hacer bodegones de carbón, siempre lleve clases de eso, nunca me encantó, pero siempre llevaba esas optativas… Pero siempre lo mío partía del sharpie, yo siempre he trabajado y estudiado, nunca he tenido chance de contemplar la vida y jugar a la creación”.
Referente pop
Dentro de su gráfica hay mucha caricatura y color sólido, es imposible no notar la influencia de clásicos como He-Man y Star Wars; la cultura pop está en su arte de la mano de las plastas sólidas, pero va más allá.
“Veo el arte como un proceso de vida, yo voy a estar haciendo lo que podríamos denominar como arte siempre. Sin importar que se compre se venda, le guste o no, yo voy hacerlo siempre. Es también un desfogue, es salud mental, es enfrentarse a este entorno y a través del arte nos comunicamos, compartimos y paulatinamente con los años me he ganado un lugar”. Y añade: “El arte tiene mucho de eso, nos da una posibilidad de entendimiento de la realidad, de tener una salud mental, de construir una cultura de paz, de generar un diálogo entre diversidades, eso nos lo propicia el arte; son elementos que no se deben olvidar ante el boom de querer ser artista”.
Por otra parte, reconoce que su estilo no siempre es visto de la mejor manera: “De repente cuando quieres meterte en una ciudad como Querétaro en un ámbito artístico tienes que estar haciendo abstracto o realismo, y es lo que la gente valida como arte ‘bien’(…), yo quería jugar con estas plastas sólidas, estos contrastes, más básicos y de repente lo ven como algo escolar”.
A lo anterior, responde que actualmente que está en el grafiti, ha tenido oportunidad de adentrarse en el realismo, pero no es algo que busque o quiera hacer. “En el mundo del arte no quiero probar qué puedo lograr, no me voy a poner a hacer realismos simplemente para que la gente vea que puedo hacerlos, yo lo que quiero es construir una gráfica que me represente”.
El arte se comparte
Una de sus principales directrices es la colaboración e impulso de la cultura y el arte; es compartir, intercambiar ideas, dialogar y “robarse” un poco del otro. En general, defiende que hay que entender que el arte es un proceso de vida y no hay que quedarse en la fantasía de querer ser famoso.
“Si bien ya hoy día es muy complicado decir que es enteramente original y también es muy complicado decir que soy autodidacta, que es algo que a la banda le encanta decir, o sea igual no tenga una formación académica, pero sí he aprendido de mucha gente cosas; me robo truquitos, vas agarrando cosas que te sirven, platicar con artistas, entender sus perspectivas. Yo creo que eso es el arte, el arte nos ayuda a tener una calidad de vida buena, una apreciación de la belleza, de la estética”, finaliza.