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El Armero y el momento de los adioses

Desde la terraza

por Ariel González
18 noviembre, 2025
en Editoriales
Mexico embaucado
209
VISTAS

Para don Sergio Arturo Venegas Alarcón
y su querida familia, un fuerte abrazo en esta hora
aciaga, con toda mi solidaridad.

Hace más de 20 años nos conocimos en la ya desaparecida revista Milenio Semanal.  Venía de Xalapa, donde había sido el primer director de la edición local de Milenio, para encabezar, por invitación de Jorge Fernández Menéndez,  al equipo de editores del que yo formaba parte. De trato afable y abierto, Sergio y yo iniciamos una relación laboral que pronto dejó de ser simplemente cordial para convertirse en una amistad duradera.

Sergio tenía un gran humor, algo que siempre acompaña a la inteligencia. El de él podía ser ácido, pero nunca desatinado; siempre elegía bien las palabras y las ocasiones para mostrarlo. Por supuesto, habrá habido momentos de graciosa sinceridad que no le gustaron a algunos. Pero siempre en descargo suyo tenía la sabiduría de quien entiende que sólo puede burlarse del mundo el que es capaz de hacerlo con su propia persona.

Donde otros veían un problema él encontraba una solución práctica sin perder jamás la sonrisa. Así que trabajar con él no era complicado; incluso si no eras su amigo, su papel de jefe nunca lo representaba groseramente o con prepotencia. Se llevaba bien con todos y puedo decir que si alguna vez no lo logró la falla no fue suya.

Era todavía la época en que las publicaciones semanales cerraban su edición de madrugada;  así que frecuentemente, mientras esperábamos a que los diseñadores terminaran de montar los textos o que algún reportero o colaborador enviara su nota, aprovechábamos para cenar y charlar largamente.

Para Milenio Semanal él escribía la columna Plaza de Armas, nombre que años después recogería este diario queretano que hoy dirige su padre. Era una columna política en forma, con un envidiable manejo de la información y llena de imprescindibles apuntes analíticos. No era raro que los jueves los dos nos encontráramos en la oficina que compartíamos haciendo nuestras respectivas columnas (la mía se llamaba Dintel); y casi siempre terminábamos revisándolas mutuamente.

En 2004 dejamos la revista. Yo pasé a trabajar en la edición de la sección cultural de Milenio y Sergio acompañó a Jorge Fernández al Grupo Imagen, donde hizo radio y llegó a ser jefe de información en el periódico Excélsior.  Seguimos viéndonos, aunque ya no asiduamente por esas razones que los trabajos y las distancias imponen.

El oficio periodístico de Sergio se puso a prueba en diversas oportunidades, no sólo en el ámbito de las redacciones de las que participó sino en el terreno mismo de la noticia. Por mucho tiempo documentó la violenta expansión del crimen organizado, que todos vemos hoy como el gran cáncer nacional. Sus primicias (la recaptura de “El Chapo” o la exclusiva entrevista con Federico Lombardi, vocero del Vaticano, en medio de un cónclave papal), sólo confirman el gran reportero que llevaba dentro.

Luego de unos años “perdidos en acción”, como decíamos bromeando, nos reencontramos gracias a la querida Mariana Otero, a quien él llamaba –siempre bromeando –, “La compañere”. Nos actualizamos y evocamos las muchas correrías por el centro histórico de Ciudad de México; la sesión bohemia de los viernes en el Salón Palacio, donde departíamos con otros editores y colaboradores de Milenio como José Luis Martínez S., José de la Colina y Javier García-Galiano, entre otros. De ese reencuentro nació la idea de esta columna, que generosamente Sergio impulsó.

La vida nos lleva y nos trae; nos reúne y nos dispersa. Uno no termina nunca de entender cómo se fraguan sus caminos. La última vez que cruzamos algunos mensajes, hace unas semanas, me advertía que estaba convaleciendo de una intervención quirúrgica. Ignorábamos que no volveríamos a vernos. Esos adioses, que no sabíamos que lo eran, terminan dolíendonos más. Pero ahora sí me despido, querido Armero, querido Sergio, y te doy las gracias por tu paso entre nosotros, por tu sonrisa franca y sincera amistad que llevaré siempre en el recuerdo.   

@ArielGonzlez

FB: Ariel González Jiménez

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