La puesta en escena del “retorno” a la escolaridad, ocultó el verdadero diagnóstico: este será –en muchos sentidos–, un año perdido.
La colaboración de los concesionarios de la TV, muestra, además, una segunda “co-gestión” de la tetramorfosis con el sector privado sometido a las variables del talante presidencial. La minoría rapaz se convierte en la tabla salvadora de la educación pública.
La primera co-gestión fue el perdón a Carlos Salazar y el CCE, por echar a las espaldas de la clase patronal, el incierto futuro de un sistema pensionario consentidor y antieconómico, cuya bondad paternalista permitirá jubilados con apenas 50 o 60 años de edad, cuando la expectativa vital es de 80. El dinero no va alcanzar. Si ahora no es suficiente, disminuyendo la edad del retiro y el monto de las semanas cotizadas, menos.
Pero todos aplaudieron como focas de circo.
Ahora en el caso de las clases por televisión se comete un error desde el principio: se habla del retorno escolar. ¿Cómo retornar a un lugar donde nunca se ha estado?
Dice nuestro muy limitado secretario de Educación Pública; orquestador de los caprichos de TV Azteca por muchos años:
“…Quienes no tengan acceso a la señal televisiva tendrán un esquema de radio, libros de texto gratuito, cuadernillos de trabajo y atención especial…”
Más allá del mal uso de la palabra esquema, causa risa imaginarse en la soledad del caserío incomunicado hasta para las señales de internet o TV abierta, a los niños en torno de la radio como si fueran devotos del Tío Polito o Francisco Gabilondo Soler.
Ignora Don Esteban cuándo se dejó de emitir “La hora azul” de Agustín Lara o la célebre radionovela, “Chucho el roto” con López Ochoa.
Pero a final de cuentas este recurso supletorio es apenas una forma más o menos útil de cubrir el expediente. Np puede el gobierno decir, la epidemia no está controlada y todo mundo a su casa. Se cierran escuelas y se reconoce la pérdida de este ciclo escolar y quizá de algunos más. Nadie lo sabe.
Se necesitan paliativos, fórmulas para el fomento de la credulidad en torno de una eficacia no lograda en el manejo de las crisis. Ni se resuelven por completo los problemas de la inseguridad, ni mucho menos los de la economía. Quienes recibieron aquellos famosos 25 mil pesos, hoy ya no recuerdan ni cómo los gastaron. Y las cosas siguen peor.
El intento fallido de la anterior administración por lograr un magisterio con mayores grados de conocimiento, evaluado, capacitado y atenido a los méritos escolares, no a las dispensas sindicales, se acabó con el abatimiento de la Reforma Educativa. Ahora la educación pública se construye en estos términos:
“Hoy se alejará aquella crítica que decía que la televisión compite en la tarde con lo que la escuela construye en la mañana. Hoy vemos cómo la televisión va a permitir que nuestras niñas y niños sigan aprendiendo. Nace una televisión aliada de la educación…
“…El esfuerzo es enorme, del tamaño de nuestras alianzas. Se producirán y transmitirán más de cuatro mil 550 programas de televisión y 640 de radio en 20 lenguas indígenas, acordes con los planes y programas de estudio, de educación inicial, preescolar, primaria, secundaria y bachillerato.
“Todas las transmisiones contarán con lenguaje de señas mexicano y los libros de texto gratuito se imprimirán en Braille y Macrotipo, de 8:00 de la mañana a 7:00 de la noche los estudiantes podrían seguir sus clases a distancia en su televisor.
“El 24 de agosto es el inicio formal de ciclo 20-21. No son transmisiones de entretenimiento, tendrán validez oficial, las clases tendrán valor curricular y los estudiantes serán evaluados sobre sus contenidos en su momento…”
¿Y quien gana con todo esto?
Pues los productores de los contenidos de la televisión educativa designados desde la SEP. El negocio de toda la vida.
Y como corolario de tanto entusiasmo guarde usted en el relicario de las frases oportunistas y cursis, esta:
“…Es tiempo de reconciliación’, qué mejor momento que la adversidad de un extraño enemigo (¿no era “masiosare” el extraño enemigo, pues?) como el COVID-19 para reconciliarnos por la educación”.
Lo único real es esto: la educación televisada será un bonito entretenimiento opcional, sin concentración, sin rigor, sin supervisión ni suficiencia, mientras la indómita epidemia no se aplaca ni con el Sagrado Corazón de Jesús, mientras las facciones del magisterio semi alfabetizado, se comienzan a disputar el botín.