Como si todos fuéramos ingenuos, el gobierno cuatroteísta ha elaborado un artículo de consumo interno según el cual México y los Estados sostienen un idilio interminable gracias a la firmeza declarativa del señor presidente, quien a base de negar el coloniaje le ha torcido el brazo a Elon Musk, para instalar una fábrica de automóviles a conveniencia de Tesla, faltaba más; pero no ha extinguido los focos rojos en la frontera, donde el secuestro de cuatro gringos ha movilizado al FBI y otras agencias americanas.
Obviamente no hay fecha menos nociva para estos delitos, pero en el ambiente actual, esa cuádruple desaparición en Matamoros, empuja las ideas más duras de la parte más recia de los estadunidenses; es decir, la mayoría de ellos, quienes pugnan por la presencia militar de su país en México, a ver si así se logra aplastar la cabeza de la serpiente, como le llama William Barr, ex procurador de Justicia de EU, al crimen organizado nacional de capacidad expansiva.
Barr fue, casualmente, fiscal durante el gobierno de Donald Trump, cuyo primer manazo amansó a México en cuanto a la política migratoria. Para él las cosas son sencillas:
“En primer lugar, un esfuerzo estadounidense mucho más agresivo que nunca antes, dentro de México incluida una importante presencia de las fuerzas del orden y de inteligencia de los EU, así como capacidades militares selectas. Óptimamente, el Gobierno mexicano apoyará y participará en este esfuerzo”.
Como es obvio el presidente de México rechaza esta posibilidad, pero no puede evitar estos pensamientos ni su dispersión, más allá de la frontera.
Barr escribió un artículo titulado, “Estados Unidos debe derrotar a los cárteles de la droga de México”. Porque los mexicanos no pueden ni quieren, pudo haber dicho también, según se desprende de estas frases complementarias:
“En realidad, AMLO no está dispuesto a tomar medidas que desafíen seriamente a los cárteles. Los protege invocando constantemente la soberanía de México para impedir que Estados Unidos tome medidas efectivas… y aunque estuviera dispuesto a actuar contra los cárteles, (AMLO) no puede hacer el trabajo por sí mismo… su sistema de justicia penal es disfuncional, el 95% de todos los delitos violentos quedan impunes”.
Obviamente una cosa piensa el señor Barr y los halcones de Washington y otra, muy diferente (o muy aparente), los menos extremistas de los americanos, pero entre demócratas y republicanos hay muy pocas diferencias y un hecho indiscutible: ambos son hijos de “America the beautiful” y anteponen sus intereses a la relativa soberanía del resto del mundo.
Y claro, mientras llega el momento decisivo, pueden escribir linduras como estas del embajador Ken Salazar cuya bonachona apariencia es nada más eso: una apariencia. Por eso ayer estaba en el Palacio Nacional, pidiendo cuentas.
“…En México, entre otras acciones, hemos contribuido con millones de dólares en nuestra seguridad compartida a través de la capacitación y la profesionalización de corporaciones policiales; la certificación de laboratorios, servicios periciales y centros penitenciarios; hemos donado caninos para la detección de armas y drogas; trabajamos juntos para interrumpir la producción de drogas sintéticas y colaboramos en el fortalecimiento de capacidades de fiscales e investigadores.
“Junto con un diálogo intersectorial, colaboramos con los distintos órdenes de gobierno para fortalecer las instituciones de seguridad y de justicia para que la gente viva segura y libre del miedo.
“El Diálogo de Seguridad de Alto Nivel nos ayudará a obtener más frutos, pero las instituciones de seguridad y justicia deben contar con los recursos necesarios”.
Por lo pronto, aunque ahora estén baratos, si usted quiere ganar 50 mil dólares, acuda a la embajada con información útil del paradero de esos ciudadanos americanos cuyo parecido con Kiki Camarena, es una mera casualidad con poca semejanza.
DANTE
Hace un mes me dijo alguien cercano a Dante Delgado: vamos a bajar a Juan Zepeda. Y con argumentos baladíes, ya lo bajaron. ¿Para qué?