La disponibilidad de agua a nivel mundial se está reduciendo debido a causas multifactoriales, el cambio climático una de ellas, pero también el uso y abuso indiscriminado del recurso, la nula o mínima atención a la conservación y recuperación, el desorden administrativo y la deficiencia técnica en el manejo de las regiones hidrológicas y cuencas hidrográficas, así como la ausencia de una cultura universal de buen uso del agua por las poblaciones entre otras más.
Recientemente el Departamento del Interior de los EEUU notificó, a 7 estados que integran la cuenca del Río Colorado, que retendrá el 21% de la asignación anual de agua del río en 2023. Estos recortes incluyen a México, que recibirá un 7% menos. Este anuncio y los recortes consecuentes, fueron ordenados después de que, pese a haber sido instadas por la autoridad, estas entidades no lograron diseñar sus propios planes para conservar agua, haciendo un mejor uso de ella.
En China, se disparan alarmas porque la falta de agua en sus grandes plantas hidroeléctricas, por la sequía extraordinaria que azota a este país, ha ocasionado que empresas que atienden a consorcios occidentales (chips y otros) paren actividades y eso conlleva escasez de productos y aumento de precios, como ya se está observando. El Observatorio Europeo de la Sequía, supervisado por la Comisión Europea, señala en su informe de agosto, que dos terceras partes del continente están enfrentando la peor sequía en 500 años, lo que reduce la navegación interior, la producción de electricidad y el rendimiento de algunos cultivos.
Fenómeno climático o no, lo cierto es que el agua se ha convertido en un recurso valioso, no solo por la dependencia del ser humano, y el impacto que está representando en la economía mundial, sino porque ya es un valor sujeto al mercado. El agua se ha vuelto más valioso que el oro; de 2017 a la fecha, nos dice Jonathan Ruiz en El Financiero de Agosto 23, el oro ha subido de precio un 35%, mientras el agua subió un 94%. Inversionistas han volteado a ver el agua como un producto financiero y decenas de empresas, dedicadas a procesos hidráulicos, participan en fondos de acciones (Exchange Trade Found) como First Trust Water, FIW o PHO o CGW, como se enlistan, que ofrecen rendimientos superiores a los de cualquier banco en sus sistemas tradicionales.
En México el agua se considera un recurso propiedad de la nación y es el gobierno quien autoriza usos y derechos de aprovechamiento. Las concesiones que otorga son ya objeto de comercio y su valor es determinado según la región y la calidad del agua y a diferencia de lo que sucede con la tenencia de la tierra, no existe límite para la cantidad de agua que pueda poseer un particular o empresa, salvo en los Distritos de riego en los que normatividad secundaria establece un límite. Esto ha dado lugar a un comercio informal de derechos de agua, tanto para el uso agrícola como para el desarrollo de vivienda y actividades industriales. Así, el valor del agua es determinado por la necesidad y la disponibilidad de la misma, interviniendo factores como la calidad del agua, para determinar la cuantía de la transacción.
En regiones del norte del país, como Sonora, y en el centro como Querétaro, Guanajuato, Estado de México y la propia Ciudad de México, la compra de derechos de agua implica operaciones millonarias en las que no está ausente la corrupción de las autoridades. Un derecho de agua en la costa de Hermosillo puede superar el millón de dólares y una autorización de disponibilidad para uso habitacional en ciudades como México, Toluca, Guadalajara, o ciudades medias del bajío es sumamente cotizada.
La autoridad federal, ha sido omisa en cuanto a determinar y aplicar con atingencia políticas de conservación en las cuencas hidrológicas, así como en la supervisión de la disposición de agua en los distritos de riego, como también en cuanto a regular el comercio y las autorizaciones que se emiten para disponer del recurso, sea para uso habitacional, consumo humano o agropecuario, hay cierto grado de anarquía y mucha irresponsabilidad, lo que permite que el mercado negro del agua prospere y la sustentabilidad del recurso sea precaria, sometida a la amenaza de sequías cada vez más frecuentes.
La emergencia suscitada en Nuevo León recientemente, llevó a emitir un decreto que restringe las concesiones existentes y en complemento, a la sugerencia presidencial de reubicar las compañías cerveceras y refresqueras. Grave miopía solucionar una carencia quitándole el agua al que la tiene, sin ver las causas reales del problema. No es con un nuevo acueducto u otra presa como se soluciona de fondo, sino atendiendo y resolviendo los problemas de cuencas hidrológicas degradadas, descuidadas y sin planeación ni programas, mucho menos recursos. El otro problema que prefieren no ver, está en el ordenamiento y regulación estricta de los usos, en el que la indolencia y la ambición sientan sus reales con la complacencia de una corrupción que nadie quiere ver, mucho menos en esta administración en la que la lucha anticorrupción quedó en slogan y arma política usada a discreción por conveniencia electoral.