En 1959, el entonces presidente de la República, Adolfo López Mateos emitió un decreto sobre la producción de los libros de texto gratuito. Su secretario de Educación sería el responsable de llevarlo al cabo. Su nombre: Jaime Torres Bodet, poeta y novelista de una extraordinaria cultura. A don Jaime se le asocia con el grupo “Contemporáneos”, un grupo sin grupo, diría Xavier Villaurrutia.
Tales libros definían la orientación de la educación básica. La mayoría de los mexicanos identificamos esos materiales por esa portada donde aparece una hermosa mujer indígena que mira hacia el horizonte. Ciertamente, a lo largo de los años, el contenido se ha venido modificando, asesorado por los prestigiados intelectuales. Hoy día, la encomienda de elaborarlos ha recaído en la Dirección de materiales Educativos, al frente de la cual se encuentra Marx Arriaga, doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y maestro en teoría literaria por la Universidad Autónoma Metropolitana.
No le faltan, pues, prendas intelectuales, aunque, a despecho de esas, el nombramiento ha sido motivo de un escándalo, dada su abyecta inclinación al culto a la personalidad del presidente López Obrador con quien, de manera abierta, comparte su crítica al feminismo, quiero decir una aborrecible misoginia.
¿Qué puede esperarse, pues, de este filólogo servil a la causa del autócrata sino un sesgo claro de adoctrinamiento extraño a los nobles propósitos de sus orígenes?
¡Pobres niños de hoy obligados a aprender quién sabe qué cosas que habrán de rendir a quien desde Palacio Nacional guía el torcido rumbo de este país! De aquel secretario de Educación con un profundo de la universalidad a este lacayo, hay una diferencia abismal. ¡Tanto estudio para acabar alquilándose en una labor perniciosa para nuestra niñez. Porque está claro: educar no es adoctrinar.
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¡Qué paradoja, un posgrado al servicio de un mediocre académico que demoró quince años para titularse con un promedio de 7 –si es que se tituló–.
Pero la chamba es la chamba, sobre todo cuando se trata de una gran responsabilidad.