“Justo Sierra no estaba de acuerdo con la ponencia, el congreso trataba a toda manera que cada estado de la república enviara las condiciones en las que se encontraba cada escuela o centro de instrucción”
El tercer congreso nacional de educación primaria que se llevaría a cabo en el Palacio de Minería estaba conformado por eminentes personas, Gregorio Gómez Quintero quien era el Jefe encargado de la Sección Primaria —que básicamente atiende a escuelas particulares de hijos de gabinetes y empresarios— Daniel Delgadillo Secretario de Educación de Primarias — de colegios particulares, además de los representantes de los sectores académicos destacados a nivel nacional.
La fecha propuesta es del 13 al 24 de septiembre —aprovechando las conmemoraciones del primer centenario de la independencia— la sorpresa que se gestaba era la inauguración de la Universidad Nacional de México, un proyecto ambicioso del gobierno de Porfirio Díaz.
A la misma vez que se fundaba la UNM —Universidad Nacional de México— se trataba la información de la salud mental, caso propicio debido a que el alto consumo de alcohol provocaba males demenciales y llamados trastornos de la salud mental, por ello también ese año se inauguraría el Hospital Psiquiátrico La Castañeda, con esto, tanto el tercer congreso de educación, la universidad nacional y el hospital de salud mental permitía tener a los especialistas en el tema para completar el congreso.
La primera conferencia del congreso radicaba con el ponente Ezequiel Chávez, quien era el encargado del tema: “La Educación Pública como medida de salud mental”
Justo Sierra no estaba de acuerdo con la ponencia, el congreso trataba a toda manera que cada estado de la república enviara las condiciones en las que se encontraba cada escuela o centro de instrucción, desde simples talleres de oficios, pasando por escuelas particulares y llegando a la posibilidad de lograr una Universidad Nacional, en donde los estudiantes de todo el país se trasladen a estudiar licencias de diferentes especialidades, sin olvidar que había ejemplos de excelentes centros de formación normalista como la del estado de Querétaro, que llevaba varias décadas alojando la formación de profesores.
Un censo de todo el país permite informar y construir correctamente todo un proyecto nacional de educación, dejando claro que la instrucción de las bellas artes, el debate, el estudio de la naturaleza y la relación de la formación de una ciudadanía está por encima.
Pero Ezequiel Chávez trataba de inmiscuir un tema que todos habían dejado fuera del congreso: los niños en condiciones especiales, abandonados por sus padres, alcohólicos, primo delincuentes, raterillos, mudos, o con alguna problema de nacimiento, así que su participación era esencial, pero antes debía de convencer a Justo Sierra de dejarle participar con este tema, debido a que habría embajadores de diferentes países, representantes de prensa nacional e internacional y el presidente Díaz no quería ningún mal entendido.
Sala de reuniones de Palacio Nacional, reunión informativa del tercer congreso de educación, entrevista entre Justo Sierra y Ezequiel Chávez.
El alumbrado salón de recepciones de Palacio Nacional asemeja la entrada de un lustroso castillo europeo, las cortinas de terciopelo rojo que suben por cada gárgola escarpada de un barroco destinado a los templos católicos, ha sido colocado en elegantes remates en cada uno de los dinteles de las ventanas, el adornado encaje de cada filo de los manteles hace juego con los espejos de dragón, candelabros y los lustrosos pisos de mármol pulido, dan a aquél salón solo una oportunidad para lograr imaginar los bailes y orquestas que ahí algún día hicieron sonar, ahí espera el Mtro. Ezequiel Chávez para presentar su ponencia al tercer congreso de educación y que ya varias veces Justo Sierra le ha negado audiencia, argumentando que los preparativos del centenario le traen en altas agendas.
La llegada del Mtro Sierra le hace saber desde su escandaloso saludo a quienes, en pequeñas oficinas, custodian la entrada del salón, un elegante traje negro de corbatín y sombrero de bombín con un elegante bastón de empuñadura de oro —que a muchos les ha contado guarda un filoso estilete— le hace juego con sus polainas finas de color miel y un fino reloj de bolsillo —regalo del presidente— le hace honor a su puntualidad.
Al acercarse, el saludo es correcto y al protocolo de dirigirse con tan alta distinción presidencial, debido a que Justo Sierra es cercano a la figura principal de Palacio Nacional —edificio que constantemente sufría cambios en su estructura, uno de los más importantes fue el cambio de suelos, debido a que estando a una legua del lago de Texcoco la humedad se filtra por todos lados, a tan solo treinta y cinco centímetros al escarbar, uno ya puede encontrar agua— pero la premura trataba de dejar claro el tema.
Se daba permiso de la ponencia de educación para niños en condiciones especiales, o Ezequiel y su grupo de especialistas ¡no participan!
—Así que dígame joven Mtro. Ezequiel, en pocas palabras, de qué nos servirá que dé su ponencia en el congreso.
—Estimado Sr Sierra, en mucho aprecio la oportunidad…
—¡Al grano!
—Ha de usted saber eminencia que ya desde hace años la beneficencia pública y la Lotería han estado sosteniendo diferentes escuelas especiales en donde niños de diferentes condiciones ¡valga el cielo! vaya que son especiales… pero bueno…mmm —se limpiaba el sudor— voy a ser concreto, sabe que tenemos la Escuela Nacional de Sordomudos, con este… setenta alumnos entre niñas y niños y son atendidos por un médico.
—¡Va a la baja! —regordete Justo Sierra se mofaba.
—Este, ¡no! hemos graduado a varios, pero bueno, la escuela nacional de ciegos cuenta con sesenta alumnos, la escuela industrial para huérfanos tendrá unos ciento doce alumnos entre niños y niñas, aunque tenemos unos maestros tutores, una instrucción es estilo militarizada y pues la verdad parece más una prisión que una escuela.
—¡Los niños huérfanos requieren atención rígida! máxime aquellos.
—En el Hospicio de Pobres tenemos una población de cuatrocientos alumnos y son solo veintitrés maestros, la casa de niños expósitos, aunque la sostiene la beneficencia pública, cuenta con deficiencias altas en la formación.
Ahí Justo Sierra tomó la voz y paró al maestro Chávez.
—Platíqueme más acerca de este lugar.
—Está designada a la crianza y educación de los niños abandonados que permanecen en el establecimiento hasta los cinco años; de esta edad a los diez años son admitidos en el Hospicio, y las niñas, de los seis a los catorce.
Cuando los asilados varones cumplen los doce años, pasan a la Escuela Industrial de Huérfanos, donde completan su instrucción primaria y aprender, algún oficio mecánico.
Las niñas, al llegar a los quince años, si tienen familias, son entregadas a ellas, y en caso contrario, siguen en el Hospicio hasta los veinticuatro años, o antes si pueden bastarse a sí mismas, haciendo uso de los medios que les proporciona la instrucción adquirida en el plantel.
Como las niñas permanecen en el Hospicio hasta una edad mayor que los niños, y no hay para ellas otro establecimiento de enseñanza industrial, se instalarán próximamente en el nuevo edificio talleres especiales para que se ejerciten en ciertos trabajos de aplicación práctica mediante las cuales puedan satisfacer honradamente sus necesidades al separarse del establecimiento…»
—Escucha maestro Chávez ¡ese tema es el que quiero me haga el favor de colocar en su ponencia! no me ande hablando de tragedias, jodidos y pobres ¡hagamos algo grande! esto me permite justificar la educación gratuita que será ahora menester del Estado y terminemos de una vez y por todas con los monopolios de las escuelas particulares, que, aunque no vamos a cerrarlas, si las va a controlar el estado en sus programas y formación de maestros, no podemos dejarlos que instruyan solo a un sector aristocrático del país.
¡No habrá maestro alguno que dé clases en México y no haya pasado por una instrucción normalista! por favor, apóyeme en este proceso.
—¡Será un placer Maestro Justo Sierra!
Cañada de Caracheo, Celaya Guanajuato, agosto de 1914.
La pequeña Soledad es una joven curtida en el campo, re linda, sus manos ásperas de la siembra y sus pies ya resollados de tanto caminar le hacen ver la aventura de vivir re feliz.
Ha logrado quedarse con la “maistra” que dé a tiro da las clases bajo un huizache, los bancos son troncos cortados desde el río y pus la verdad ya lleva varias veces que se arrejuntan para eso de las letras y los números.
Por solo esta ocasión no le van a cobrar, pero le “dijieron” que si no llegaba puntual ya no la dejarían entrar.
Ella vive por los manjares, la colindancia con el cerro de los toriles, allá por los jumos de maíz prieto y de colores rojos y colorados, su familia es de rete harto numerosa, tiene hartos hermanos y todos son gente del campo, de la siembra, no hay más oficio que ir a tirar el huarache con la tierra ¡hacer niños es lo que más se sabe hacer por estos lados!
La tomadera es de todos los días, que desde se baja el sol hasta que se pone ¡todo es empinar la botella! varias en veces se miran a sus hermanos tirados a lo largo del camino, el sueño les gana y pus solo se tiran ¡por aquí el camino es seguro y no hay quien te robe! eso es más pa´lla por los graneros ¡ahí si te filetean si no dices a donde vaigas!
Chole se ha hecho a la idea de aprender a “ler”, que si desde que era de chiquilla le encantaba adivinar lo que dicen las cosas. Había un letrero seco que tenía lo de las letras y ella se inventaba lo que decía ¡en marola me traía! yo le preguntaba y ella cada vez me decía las cosas diferentes
—Ahí dice don Tomás ¡que no tome mucho!
—Y pos yo ¡le creía! malora, nomás me andaba tejuiniando.
En otras veces me decía que el letrero ya había cambiado, que ahora decía ¡cuide a su familia! pus yo le crecía, malora de escuincla siempre me agarraba distraído.
Ya por las mañanas me he hago a la idea de irla acompañar ¡yo también quero que ella me enseñe lo de las letras y los números! quien quita y pus me arraiga de algo, o me compro algo que no sé, dicen que si sabes “ler” puedes hacer mucho.
¡Aquí viene la Chole! Déjenme me acerco pa´ ver si quiere mi compañía…
—¿A dónde mi Chole?
—A las clases don Estanislao, de prisa… ¡ande acompáñeme!
Caminamos juntos hasta el huizachi, ya estaban varios niños sentados para esperar a la maistra, y pus llegó una linda señorita a decirnos algo, pero la verdad no razonaba lo que ella decía.
—La maestra no va a poder venir hoy y pues creemos que en mucho tiempo tampoco… ¡ha surgido un problema y tuvo que regresarse a la ciudad de Guanajuato ¡lo siento! ya no podrán tomar sus estudios aquí.
¡Chole le lloró harto!
Continuará…