EL JICOTE
Me dicen que cómo me atrevo a recomendar la práctica de la FE, si uno de los síntomas de las crisis, como señala Ortega y Gasset, es el escepticismo, a tal punto que cuando iba a explotar la guerra civil, algunos españoles, escépticos e incrédulos, sostenían que San Pedro había inventado la Cuaresma, para que él y los apóstoles pudieran vender sus peces.
Si hay algo en qué creer es la necesidad de reírnos. Un pequeño comercial personal, les recomiendo sobre el tema mi libro: “La letra con sangre humor entra”. Editorial Trillas. Lectura recomendada por la OMS y creo que hasta por López – Gatell para estos días de encierro. Si él dice tantas mentira ¿Por qué yo no?
El siglo XX es el auge de la risa en los tratamientos médicos, en 1928, James Walsh, médico americano, escribió que la salud de un individuo era proporcional a la cantidad de sus risas. Víctor Frankl, discípulo de Freud, aseguraba: “Es siempre preferible una risita que dos pastillitas”. P. Vachet, que recetaba la risa para algunos de sus pacientes, escribió en 1960, que había que dedicarse a reír, de la misma manera que se practica la cultura física. ¿Cómo huir de la enfermedad? El filósofo respondía: “La vida es corta, quiebra reglas, perdona rápido, besa lento, ama de verdad, ríete sin control y nunca dejes de sonreír, por más extraño que sea el motivo”.
Son tan espectaculares las bendiciones de una buena carcajada que se le atribuyen causas y poderes sobrenaturales. Henry Ward Beecher afirma: “El humor es la medicina de Dios”. Nuestro clásico, Cioran, escribió: “Reventar de risa en pleno estertor: única manera de desafiar las prescripciones de la sangre, las solemnidades de la biología.” Parafraseando a Benjamín Franklin podemos decir que la risa, que proviene del cielo, es la que cura, pero es el médico quien cobra los honorarios.
En la India, Madan Kataria, médico generalista de Bombay, reúne a sus pacientes a su alrededor y se dedican a reír de todas las formas posibles, asociando gestos, desplazamientos, comunicación y… buen humor.
En Occidente la práctica es identificada con el famoso Dr. Patch Adams y sus tratamientos sobre la base de provocar la risa en los pacientes. Terapia, por cierto, que tampoco es muy nueva, ya Voltaire decía que el arte de la medicina consistía en divertir al paciente, mientras la naturaleza cura la enfermedad. Para Schopenhauer, la flor de la salud es el buen humor. Pues si con el encierro lo ha perdido aquí algunas propuestas para que lo recupere.
Ya lo pronosticaba Rius: “¡Qué trabajo cuesta no hacer nada!”. Un paciente le pregunta al dentista: “¿Tengo los dientes amarillos? ¿Qué me pongo?” El dentista dice: “A lo amarillo le va bien una corbata roja”. “La edad madura es el tiempo en que un hombre está siempre pensando: en una semana o dos, volveré a sentirme bien” Si tiene deseos de viajar al extranjero, recuerde a Will Comen: “Si te pareces a la foto de tu pasaporte, estás demasiado enfermo para viajar”. A reír, por favor, que no cobran por eso.