EL JICOTE
Una amiga me pregunta: ¿por qué escribes? Respondo. Escribo para darle voz a quienes no la tienen, por criticar a quienes sí la tienen. Escribo para ponerle un lente de aumento a la realidad, para descubrir en lo obvio lo más profundo y lo complejo hacerlo más accesible.
Escribo para platicar de lejos con mis amigos. Escribo para darle argumentos a mis enemigos que los veo tan estreñidos de imaginación. Escribo para invitar a todos a escribir, que al final de la lectura digan: “Si este tipo escribe tales mamarrachadas, yo también puedo escribir”. Escribo para resucitar en mi imaginación a mis muertos y para enterrar a los malos recuerdos que aún están vivos. Escribo para que me amen, para que me amen sobre todo las mujeres. Escribo para seducir, pero reconozco que tal vez nunca he seducido a ninguna. Siempre me queda la duda si yo soy el seductor o el seducido. Escribo para conocerme y al escuchar los comentarios conocer a los demás. Escribo para denunciar y escribo para solidarizarme. Escribo porque detesto los congestionamientos de tránsito y escribir es un pretexto para no salir de mi casa. Escribo para ayudar a hacer de este mundo menos miserable, o al menos sentir que he hecho algo para mejorarlo. Escribo para ser testigo e ilusionarme que también soy actor. Escribo para hacer preguntas y dar mis propias respuestas. Aunque al final siempre me pregunto: ¿Alguien me leerá? ¿Perdurará en la memoria de alguien una línea? Escribo para reírme de las cosas, de la gente y, ya encarrerado tratar de reírme de mi mismo, que reconozco es lo que más me cuesta trabajo. Escribo para quedarme callado y no decir tantas tonterías en voz alta. Escribo para que la gente común y corriente despierte su curiosidad y a los poderosos hacerlos dudar. Escribo para invitar a todos a pensar. Escribo para convocar al insomnio y escribo para sentir que merezco el sueño. Escribo para buscar las palabras más precisas, luego para encontrar las más bellas, cuando ya las tengo, las acaricio, las beso, les doy pequeñas mordiditas y pellizcos amorosos y ya, cuando estoy a punto de escribirlas, se me desaparecen como fantasmas, a lo mejor sólo las imaginé, a lo mejor nunca existieron y resignado escribo las palabras que tengo más a la mano. Escribo por nostalgia de lo que ya pasó. Escribo por melancolía de lo que pudo ser y ya no fue. Escribo para exorcizar la sensación de una vida inútil y recuperar mi auto estima; para sentir que no desperdicié la oportunidad de vivir y sirvo para algo. Ahora, que ya estoy en la recta final de mi existencia, escribo para sentir que no me mata la muerte sino la vida; a la muerte sólo le dejaré la tarea de escribir la crónica. Escribo para ser feliz, para estar triste, para angustiarme, para ser humilde; para vivir y sentir la permanente insatisfacción de que lo escribí no vale la pena. Finalmente escribo, escribo porque me da la gana. ¿Queda claro por qué escribo? ¿Algún problema?