EL JICOTE
Un amigo de Morena me pregunta si el presidencialismo de López Obrador es diferente al presidencialismo en la época PRI. Agrega en tono burlón: “Después de todo tú fuiste priísta y algo debes de saber”. Sí, fui priísta, siempre pugné por su democratización interna, cuando me negaron el acceso a las asambleas y simplemente no me dejaron ni hablar, decidí renunciar. Respondo. Sí hay diferencias de presidencialismos, el PRI es un partido de cuadros y de masas, de organización territorial y sectorial, como anuncios de la Coca Cola, tenía presencia en todos los estados y municipios del país. Morena no es realmente un partido sino un movimiento que gira en torno a su líder López Obrador; su presencia no cubre todo el territorio nacional. Cuida elecciones y organiza la movilización de sus huestes cuando lo exige alguna visita del Ejecutivo. Y nada más. El PRI era un partido mediador de las causas sociales, una correa de transmisión de las demandas populares. El Presidente priísta tenía la radiografía de las necesidades de la población tanto por los funcionarios como por el PRI. Cuando había un problema pasaba indistintamente por las propuestas de solución del partido y de la administración pública, si el problema seguía irresoluble el Ejecutivo ya lo conocía calado y evaluado, lo que disminuía las posibilidades de error en su decisión. Los funcionarios estaban en comunicación con los priístas, les tomaban la llamada, en algunas ocasiones esos funcionarios provenían de las filas priístas; si no era militantes, estaban conscientes de que si querían hacer carrera política sería el PRI quien les prestaría el escudo, los colores y la estructura electoral. ¿Qué pasa con el presidencialismo de López Obrador? El Presidente da la cara en vivo y en directo a los problemas. No utiliza a Morena, realiza sus consultas populares, sean encuestas patito o votaciones a mano alzada; si López Obrador pisotea las instituciones de representación popular con mayor razón a su movimiento. La Presidenta de Morena, Lady Consonantes, Yeidkol Polevnsky, a los funcionarios de gobierno no les produce ni frío ni calor, no sé de ninguno que sea militante de Morena, y si lo son, nadie se ufana públicamente de ello. En el presidencialismo priísta era muy poco probable que se hubiera dado el zipizape que sufrió López Obrador en San Luis Potosí. De haber ocurrido, el Gobernador, el Presidente Municipal, el PRI local, nacional y la Secretaría de Gobernación, se hubieran sacudido hasta la renuncia. Los dos presidencialismos son esencialmente autoritarios, pero el priísta tenía más información y, sobre todo, más trabajo político.