EL JICOTE
¿Cómo extraño a López Obrador? Me invade una nostalgia gruesa y, como los malos comunicadores, no tengo palabras cómo expresarla. Tengo que recurrir a la poesía de César Vallejo cuando escribe: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios”. ¿Cómo no voy a estar triste? Si López Obrador ya no está en la oposición. A veces me lo imagino criticando a un Presidente cuando éste reclamara; “A la autoridad se le respeta”. Lo que no le diría, inventaría palabras, giros populares, frases rancheras. ¿Cómo se burlaría López Obrador de un Presidente de la República que se disfraza de marchante para ofrecer la venta de un avión? De seguro imitaría al Presidente provocando las risas incontrolables de la audiencia: “Presidentes Trump y Trudeau, les traigo un ofertón que ni Julio Regalado, llévense un avión que no tenía ni Obama. Páguenlo a plazos, con tarjetas de crédito a mensualidades y sin intereses”. Además de las ironías correspondientes, López Obrador deslizaría observaciones humillantes como: “Señor Presidente, esperamos que cuando haga este triste papel de comerciante de mercado sobre ruedas de avión, al menos en ese momento no haya traído la bandera nacional cruzada en el pecho”. ¿Cuántas manifestaciones organizaría llevando como tema de convocatoria la pésima estrategia comercial del Presidente de enviar el avión a Estados Unidos y derrochando un dinero que necesitan los más pobres de México. Ya no le sigo con mi nostalgia pues se me hace un nudo en la garganta, ahora que López Obrador ha convocado a la compra de cachitos, de quinientos pesos de una rifa de un avión, que no rifa un avión. Ni modo, ahora que como Presidente perpetra los actos que de seguro destrozaría como opositor, es a nosotros los que nos toca hacer la crítica. De ante mano reconocemos que no tenemos su capacidad brillante, imaginativa y humorística de un López Obrador en la oposición. Empecemos. Cuando creíamos haberlo visto todo del Presidente: pifias, resbalones políticos, broncas gratuitas, errores históricos, metidas de pata, pues saca una que puede sintetizar todas: organiza una cena con empresarios para pasarles la charola. En mi próxima colaboración pretendo analizar las consecuencias políticas de esta reunión de ópera bufa, por el momento quiero destacar algo importante que se desprende de los tamales de chipilín: el avión no se va a vender. Sin importar que se transgredan todas las normas de la publicidad y seguirá apareciendo el Boeing. No se sabe cuál será su destino, pues el Presidente manifestó que por curiosidad se subiría e incluso podría organizar alguna mañanera. Aplaudo esta decisión, que el avión no se venda y, como siempre en todas las críticas procuramos presentar una propuesta. Mi sugerencia es que se estacione al lado de la Estela de Luz que conmemora el aniversario de la Revolución. ¿Por qué al lado de la Estela? La Estela es el símbolo de los gobiernos post revolucionarios: corruptos, frívolos, despilfarradores, mentirosos: el avión presidencial símbolo de una Cuarta Transformación errática, improvisada, caprichosa, falsa, manipuladora, socarrona y, lo peor de todo, polarizadora del país. Dos grandes símbolos y ni a cuál irle.