EL JICOTE
Bien se sabe que la política es como la casa del jabonero: quien no cae resbala, por ello no deben sorprendernos las pifias, salvo cuando, como en el caso del Presidente, desde hace días prácticamente se la pasa en el suelo. Antes de abordar el análisis político me permito narrar lo siguiente. El sábado pasado, después de que el “Canelo” Álvarez ganara el campeonato de box, lo entrevistaron. La conversación se desarrolló así: Periodista: “A la mitad de la pelea retrocediste y le diste toda la iniciativa al ruso; realmente no te fue bien”. “Canelo”: “Efectivamente, retrocedí y me fue muy mal, pensaba desorientar al rival pero no fue así. Al llegar a mi esquina me regañaron, me dijeron, lo tuyo es atacar, con la estrategia de retroceder vas a perder la pelea”. Periodista: “En el onceavo round vimos a otro “Canelo”, más agresivo. ¿Qué sucedió?”. “Canelo”: “En el descanso del round diez en la esquina me dijeron, la puntuación está muy apretada, los rounds que vienen son los de campeonato, aunque arriesgues tienes que atacar con todo. Eso hice y pude noquearlo”. El 31 de octubre pasado en la conferencia mañanera el Presidente le pidió al Comandante de la Guardia Nacional, general Rodríguez Bucio, que diera el nombre del responsable del operativo de Culiacán. Bucio buscó con la mirada al Secretario de la Defensa, al General Crescencio Sandoval, quien tomó el micrófono y dio el nombre, no contento lo repitió, casi lo deletreó y poco faltó para que pusiera una fotografía del supuesto responsable. Me quedé helado ante la escena, más frío debe haberse quedado el Teniente Coronel mencionado. No solamente le arruinaron su carrera militar sino que le dieron el pasaporte para el riesgo permanente de su vida y de su círculo familiar. No hubo nadie que le dijera al oído al Presidente el grave riesgo que se ponía al mencionarlo; si se hubiera visto mal el cuchicheo, tampoco nadie tuvo la imaginación, para darle una salida airosa. Decir algo como: “Señor Presidente en este tipo de operativos”. Y viendo fijamente a López Obrador, agregar: “Por seguridad, no hay nombres, sino sobre nombres. Por ejemplo: Apolo, Centauro”. Lo que hizo el Presidente y participantes, no era transparencia sino imprudencia. Un ventaneo cruel y despiadado. Además de torpes, chivatones. Una hipótesis de esta magna metida de pata es que el Presidente no tiene esquina; nadie le advirtió, aunque sea un conocimiento básico y hasta de elemental cultura cinematográfica, que en la delincuencia la “vendetta” es parte del código de honor, a lo que debe corresponder un anonimato institucional también sagrado, más aún de los operadores. Del oído depende no solamente parte importante de nuestro equilibrio físico, sino también nuestro raciocinio, a tal punto que en Siria y Mesopotamia consideraban que la inteligencia no radicaba en el cerebro sino en el oído. No es fortuito que la palabra “absurdo”, provenga del latín”surdus”, sordo. La otra hipótesis de la pifia es que el Presidente simplemente no escucha a su esquina; no le interesa. Para terminar una humilde petición, al pobre teniente coronel ventaneado que el gobierno le pague la cirugía plástica, que le dé nuevos papeles de identificación y lo mande con su familia a recorrer el mundo. Es lo menos que el gobierno puede hacer después de la irresponsable, tontísima y riesgosísima indiscreción.