EL JICOTE
Los griegos le llamaban oclocracia o el gobierno de las muchedumbres, es un método de toma de decisiones públicas que se disfraza de democracia directa, pero no es más que una perversión más de la demagogia populista. Un reciente ejemplo sucedió con el Metrobús de La Laguna. Con ánimo chacoteador y cascabelero, López Obrador se erigió como una especie de conductor de un programa de concurso y sometió al aplausómetro, aquí es de mano alzada, que es más divertido, y pidió a los asistentes, que se manifestaran en forma simplista por el “sí” o por el “no”, sobre un proyecto complejo que repercutía en Durango, Coahuila y Matamoros.
¿Quiénes lo aceptaron? ¿Quiénes los rechazaron? ¿Cuáles fueron los pros y los contras? Adivina adivinador. El Presidente y los asistentes se ahorraron la información de las investigaciones que al respecto se habían hecho y por supuesto también se ahorraron el debate. Se empobrece la cuestión y se cabalga en el mundo binario, de los buenos y los malos, los que quieren el bien del pueblo y los representantes de los intereses oscuros. Me imaginaba a los profesionistas participantes, los estudios que habían hecho desde los centros académicos especializados en ingeniería, movilidad, estadísticas y demás. Estaban totalmente equivocados, les hubiera bastado leer y practicar los libros de: “La Psicología de las Muchedumbres” de Le Bon, o “Mi lucha” de Hitler, para organizar, manipular y ganar en un mitin. Pues en esta ocasión la asamblea estaba integrada mayoritariamente por los transportistas. Que sí saben lo que le conviene al pueblo.
Cimentar una decisión de semejante envergadura y complejidad en una asamblea amañada es dar al traste, de principio, con la inversión. ¿Qué miembro de la iniciativa privada arriesga su capital, sabiendo que está encadenado a una ocurrencia presidencial? Lo peor de todo, se socaban a las instituciones representativas, que incluyen ciudadanos de diversas condiciones geográficas, profesionales, demográficas; de ámbitos públicos, privados y sociales. El equilibrio de poderes de las asambleas institucionales desaparece; se embiste con ferocidad y se deja en calidad de caricatura las bases del diálogo, la pluralidad y los derechos de las minorías.
En pocas palabras, con estas consultas populares, con este método de toma de decisiones públicas, López Obrador está asesinando la democracia que tantos sacrificios han costado al país.