Un amigo de Morena me increpa airado, dice que miento, pues el Memorándum de López Obrador no fue reprobado unánimemente, pues hubo un “montón” de defensores del texto. Vale aclarar que lo que escribí fue: “El disparate tuvo una crítica “prácticamente” unánime de la opinión pública”. No encontré el supuesto “montón” de apoyadores al disparate. Leí solamente una defensa, la de Pablo Gómez en Proceso. El ex líder universitario demuestra que a pesar de haber sido legislador en todas las Cámaras, tiene un blindaje excepcional contra el conocimiento jurídico. Su argumentación a favor del memorándum es tan incoherente que parece la defensa de un alemán a la fiesta de los toros sin nunca haber asistido a una corrida.
Muy en la línea del Presidente Pablo Gómez afirma como piedra de toque de su razonamiento que los conservadores políticos y juristas que critican el texto son unos “acartonados”. No explica el contenido de su adjetivo, pero parece deducirse que no está de acuerdo con la precisión, puntualidad y formalidad de la ley, que es precisamente lo que le da certidumbre a la sociedad. En una comparación en la que Pablo Gómez francamente hace un absoluto ridículo, se opone al “acartonado” Aristóteles que afirmaba; “La ley es la razón sin pasión” y al también rígido Santo Tomás, quien definía a la ley como: “la ordenación de la recta razón para el bien común”.
El senador de Morena Ricardo Monreal también escribe sobre el tema, más que una defensa es un claro deslinde de la postura de López Obrador. Es un golpe sobre la mesa y le recuerda al Presidente para qué sirven los legisladores. Escribió: “En la nueva realidad que vive el país, si una ley expedida es injusta, el Congreso deberá corregirla y convertirla en justa”. Monreal es un político interesante, es de los pocos que con gran decoro, rectifica las desbarajustadas instrucciones de López Obrador.
En el memorándum el Presidente asume sus funciones de Ejecutivo, da instrucciones sobre su orientación en el tema; se erige también en Legislativo, convoca a desobedecer un mandato constitucional; por si faltara algo, se cree el ´Poder Judicial, define qué es lo justo. López Obrador no se entromete con los otros poderes, es demasiado débil el verbo, simplemente sustituye a los otros poderes. Es un Presidente tres en uno, Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Esto en la teoría política se llama: totalitarismo y quien así se asume, dictador.