EL JICOTE
Hay una convicción unánime de que el mundo va a cambiar y estamos ante un nuevo orden mundial, pero las posibles salidas son ambiguas y contradictorias. Quienes consideran que con el virus la globalización se fortalecerá, dan las siguientes razones.
– El virus nos obliga a tomar una conciencia planetaria.
– Las fronteras y los muros son inútiles, el virus cruza los artificiales límites creados por los Estados. Tiene visa universal.
– El virus no respeta clases sociales, color de piel, ideologías, existe la conciencia de que compartimos un mismo enemigo y un destino común.
– Por primera vez la humanidad tiene la idea de que es una especie, una gran etnia universal.
– La recesión económica afectará a todos los países, solamente la podremos atenuar si globalmente regulamos la economía
– De la misma forma que el combate al cambio climático nos ha demostrado que sólo será superado con la colaboración internacional, la lucha contra el virus exige una estrategia globalizadora.
– La pandemia será controlada con una vacuna y con un medicamento que no discrimine, pues por uno que se enferma será otra vez el principio para enfermarnos todos. Ningún país se salvará solo.
Pero hay otros pensadores que opinan lo contrario, el virus será una puñalada mortal en el corazón de la globalización. Afirman
* Es un sueño pensar de que después de que hemos estado aislados; que estamos viviendo un mundo de naufragio, de sálvese quien pueda, se van a desarrollar pensamientos solidarios.
* Los nacionalismos tienen el terreno fértil para crecer. La plaga llegó de fuera.
* La recesión económica lejos de estimular la globalización propiciará las soluciones nacionales, regionales y hasta de comunidad. La teología globalizadora será enterrada.
* La migración tiene perdida la batalla, si ya todos somos sospechosos, el extranjero será excluido de inmediato.
Mi impresión es que si las grandes potencias logran controlar la pandemia en sus ámbitos soberanos, dejarán que los países pobres se las arreglen con sus propias uñas, si el peligro sigue viniendo de los países pobres, primero tratarán de ayudar con medicamentos y utilizarán a los organismos económicos y sanitarios internacionales para impulsar la cooperación con dinero y medicamentos.
Si los países pobres no sostienen el encierro y deciden abrir las puertas para que salga la gente a trabajar, sin importar los contagios, las grandes potencias nos impondrán instituciones globales sanitarias. Una globalización paternalista y obligatoria será el nuevo orden mundial que nos espera. Como diría el clásico: la respuesta está en el aire.