EL JICOTE
El corona virus y sus consecuencias nos dejan inquietantes reflexiones, no solamente sobre la estructura política, social, sino también en la convivencia personal y familiar. Me llama especialmente la atención la crisis de las parejas. Abrumadoramente circulan en las redes sociales chistes, pasajes inventados o actuados donde los hombres se quejan del encierro; lo sofocante que les resulta y lo incomprendido que se sienten ante las mujeres. Ejemplo la siguiente caricatura. Está un hombre en una cornisa de un edificio, dice: “Me voy a tirar. No te soporto más”. Aparece una mujer a su lado saliendo de una ventana con un brazo extendido y una bolsa. Dice: “Aprovecha y bájame esta bolsa de basura” Por cierto, las mujeres no elaboran mensajes de la tortura que transmiten los hombres.
Lo difícil de la cuarentena en las parejas se revela también en la violencia, han aumentado los feminicidios, las agresiones familiares en un 25 por ciento. El encierro ha sido una dura prueba para el reencuentro obligado. Vale la pena recordar la siguiente narración. Están reunidos todos los espíritus malignos del universo, les preocupa que ha aparecido en la tierra un sentimiento que los combate y que es muy contagioso entre los seres humanos, se llama: Amor. Deciden enviar a la tierra a un espíritu maligno que lo destruya. Se apunta de inmediato: “La Necesidad”. Tiempo después regresa a dar cuentas, dice: “He fracasado, ocasioné graves pleitos en las parejas pero al final resolvían el problema y los malditos se seguían amando”. Los Celos reclama esa comisión y tiempo después regresa: “Provoqué dudas, pleitos y sospechas, pero los aclaraban o se perdonaban y los malditos se seguían amando”. Después de reiterados fracasos en una última reunión se apuntan dos espíritus malignos, no se identifican. A nadie les llama la atención, sus figuras eran anodinas y aparentemente inofensivas. Pero no había más candidatos. Cuál va siendo la sorpresa de los espíritus malignos cuando tiempo después aparecen en el cónclave de los espíritus malignos, llevando cada uno en sus brazos a un miembro de la pareja totalmente inerte. La reunión explota en vítores a los por fin vencedores del Amor. En la euforia se les olvida hasta pedirles sus nombres, al salir los espíritus malignos vencedores se dan cuenta de tan ingrata omisión, les ofrecen perdón y les preguntan. “¿Pero Ustedes quiénes son?”. Responden: yo “La rutina”; yo “El aburrimiento”.
La relación de pareja es una pompa de jabón, llena de ilusiones, momentos felices y esperanzas, pero en cualquier momento explota y se acaba. En el encierro esa pompa flota en medio de zarzales terriblemente espinosos, con dos grandes espinas: “La Rutina” y “El aburrimiento”. Decía Leonardo Da Vinci: “El amor es privilegio de gente inteligente”, agregaría yo, con perdón de Leonardo, pero también con imaginación. La cuarentena es un espacio para que las parejas practiquen las dos cosas, inteligencia e imaginación, agréguese una pizca de paciencia y dos pastillas de tolerancia. Con esta receta saldrán adelante.