EL JICOTE
China, donde según esto nació el problema, ha controlado más rápido y mejor la epidemia. Los estudiosos coinciden en que ha sido, fundamentalmente, por causas culturales:
La población asiática es más obediente a las autoridades y sus leyes.
Confían más en su Estado.
Las ideas de conspiración son menores que en occidente.
Influencia del pensamiento de Confucio que en su filosofía acentúa el rol social que tiene el ciudadano.
Experiencia. Los orientales ya sufrieron con el SARS, como bien se afirma: guerra avisada no mata soldados,
Prepararon sus sistemas de salud.
Previsores han desarrollado la ciencia biotecnológica.
Es un régimen dictatorial y pueden tomar medidas autoritarias,
Un severo y puntual confinamiento.
El factor tecnológico y sus avances en big data, permite al gobierno obligar a los usuarios a manifestar sus datos de salud.
Ante cualquier movimiento extraño en la salud del usuario la aplicación en el aspecto físico se prende.
No únicamente se puede rastrear a las personas infectadas y divulgar su ubicación, sino también pueden obligarlas a reportarse ante las autoridades de salud.
La pandemia ha puesto a prueba a los gobiernos, López Obrador ha recibido el primer lugar mundial de la peor declaración sobre el tema: “Esta crisis nos viene como anillo al dedo”. No conforme con tan oscuro privilegio ha inventado nuevos conceptos como: “La doma incontrolable” y “La curva puntiaguda”. El Presidente ha sido un desastre, ya son de terror sus pronósticos. Al principio le daba más importancia a la rifa de avión que al Corona Virus. Bueno, para no abundar mucho en su miopía, ¡qué miopía! Ceguera ante el problema, en una mañanera le dedicó más tiempo a la difusión de un anónimo que al grave problema de la expansión de la enfermedad. Ya de principio un Presidente de la República debatiendo con un anónimo rebasa la pifia de un exabrupto para incursionar en el crimen, en el error político y, lo peor, en la insolvencia moral.
Toda crítica la acompaño siempre con una propuesta. No es posible que los expertos en el virus digan y recomienden una cosa y el Presidente los desmienta en el discurso y en la acción. La vieja definición de Herman Heller sobre el Estado: “Unidad de acción y decisión” no existe. El gobierno está rebasado, no solamente por la delincuencia, sino también por los trabajadores y empresarios que no resisten la parálisis económica, Es necesario impedir la imagen de un país a la deriva, con un Presidente insensible que ha perdido la brújula. Como resultado de un diálogo y un consenso con los factores reales de poder, el Presidente debe recuperar la “unidad de acción y decisión del Estado”. Solamente así el país podrá salir del atolladero.