EL JICOTE
El Presidente hizo unas declaraciones que me aterrorizaron, diría mi abuelita, me dejaron con el Jesús en la boca. Lamentablemente López Obrador las escribió, no fueron resultado de un arranque de ira y desesperación tropical, que hubieran atenuado su trascendencia. Tampoco se le puede atribuir a un exagerado enojo por respetar la cuarentena, que no lo ha hecho. Tal vez simplemente fueron producto de una dispepsia nocturna, que todos podemos padecer. Al responderle a Enrique Krauze manifestó: “Qué bueno que se definan, nada de medias tintas, que cada quien se ubique en el lugar que corresponde, no es tiempo de simulaciones o somos conservadores o somos liberales, no hay medias tintas…; “No hay para dónde hacerse, o se está por la transformación o se está en contra de la transformación del país”. Es perfectamente identificable el “modito” bíblico: “Quien no está conmigo está contra mí”. Diría la canción, lo que pide el Presidente es “Entrega total”. Desde ahorita le digo que estoy en contra de su transformación, pues el siguiente llamado de Cristo, fue: “Deja todas tus cosas y sígueme”. Yo, como los machos, me rajo.
Esta visión del mundo bipolar, de buenos y malos, santos y pecadores, policías y ladrones ya fue superada hasta por el catolicismo, que reconoce que las posibilidades de salvación bien pueden ser profesando otras religiones. Este mundo binario, dejó de existir hasta en los formatos oficiales, ya no solamente se transcribe el dilema: “Hombre o Mujer”. Las instituciones aceptan toda una gama de géneros, todos muy respetables. El Presidente se quedó estacionado en la división casi prehistórica de liberales y conservadores, enterrando la pluralidad y la tolerancia.
Ahora Alfaro, gobernador de Jalisco, le atribuyó la violencia desatada en su Estado y acusó al Presidente de orquestar la insurrección. El Ejecutivo le pidió: “Pruebas”. Es lo mismo que nosotros le pedimos cuando afirma que en el aeropuerto de Texcoco había corrupción, lo mismo que en el financiamiento de las organizaciones de la sociedad civil, en las estancias infantiles, en los testigos sociales, en las concesiones de agua a la empresa cervecera de Mexicali y un largo etcétera. Sugiero que Alfaro se quede callado, lo mismo que hace López Obrador. “No le dé pruebas al Presidente, para que vea lo que se siente”.
Existe un consenso en los redactores del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo, afirman que las muy variadas y ricas propuestas generadas desde la sociedad, las instituciones académicas, las cámaras empresariales y las organizaciones de la sociedad civil fueron desdeñadas por el Presidente. Lo lamentan, pues son diagnósticos muy bien documentados, guiados por el interés público. Afirman que la política de López Obrador, es una política atrincherada, que ahonda la polarización; una política contraria a la razón y al diálogo plural. Una oratoria primitiva que rechaza cualquier iniciativa que no surja de sus filas. El Grupo Nuevo Curso de Desarrollo, concluye desesperanzado: “Solo queda esperar a que la realidad, el sufrimiento de la mayoría del pueblo, obligue al Presidente a cambiar de estrategia”. Ojalá que sea antes.