EL JICOTE
“En este momento son más las incógnitas que las certezas”. Es el consenso de los redactores del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo, no obstante, ya existen hechos que nos permiten reconocer verdades ocultas que el virus y el enclaustramiento las han hecho aparecer con esplendor. Una de esas verdades es la relevancia de las tareas domésticas y la distribución inequitativa de las mismas dentro de los hogares. A pesar de las quejas de los maridos se necesita estar ciego para no reconocer la necesidad esencial de las labores de la casa, su complejidad, el cansancio que producen y por supuesto, la injusticia de la circunstancia y, hasta hoy, la mayoritaria ineficiencia masculina. De manera paralela, se eleva el reconocimiento de ese sector laboral de las ayudantes domésticas que, por las necesidades económicas, parecen en extinción. El encierro ha abierto amplias expectativas para un replanteamiento de las tareas familiares, más aún si la mujer también trabaja fuera de casa.
La pérdida de empleos y los efectos negativos en los ingresos de las familias han producido una cantidad brutal de pérdida de trabajo en forma indiscriminada. No es un escenario irreal que muchos hombres dejarán de recibir ingresos en un momento en el que de seguro se incrementaron las deudas. Serán los hombres los que tendrán que hacer frente a las tareas del hogar. Ya no será por justicia sino por necesidad. La publicidad, consciente de esta nueva realidad, entre ironía y verdad, hacen mensajes de utilización de productos caseros dirigidos al sector masculino.
El virus se trae de encargo, entre otros, a los obesos y a los que tienen sobre peso, en su caso la enfermedad puede ser fatal. Este riesgo ha hecho, afirman los redactores especialistas del Grupo, que las familias caigan en la cuenta de que los alimentos tradicionales han sido reemplazados por el consumo de alimentos industrializados, y los ultra-procesados de alta densidad energética y baja calidad nutricional que se asocian con la ganancia de peso.
El Presidente de la República, en su vocación de Moisés de Nacajuca, ha difundido un nuevo decálogo, ahora anti virus. Si bien el texto es una reunión de obviedades, lugares comunes y vil repetición de consejos universales, en su prédica existe algo rescatable, su llamado que hace a: “Optemos por lo natural, lo fresco y nutritivo. Una de las alternativas es el maíz, el frijol, las verduras, las frutas de temporada”.
De acuerdo, pero este llamado debería ser acompañado por un apoyo decidido de la 4T a los campesinos. Todo tipo de subsidios y orientación de las autoridades para la producción, distribución y consumo de los productos del campo. Desde semillas, instrumentos técnicos, fertilizantes, precios de garantía, eliminación de coyotes, por citar algunos rubros. Mientras resulte más barato llevar productos chatarra a la mesa que frutas y verduras, su prédica será en el desierto y se escuchará hasta como una burla.