EL JICOTE
Si bien el Corona Virus ha desnudado las terribles llagas de nuestro sistema económico, político y social también ha corrido el telón de reservas espirituales maravillosas de la humanidad, que no hubiéramos sospechado ni siquiera que existían hasta que la crisis nos permitió orgullosamente reconocerlas. Antes de manifestar mi indignación y vergüenza por las reacciones del Presidente y el Gobernador de Querétaro, quisiera iniciar con un aspecto positivo.
El diagnóstico de este grupo de intelectuales destaca, algo que me parece muy importante. La crisis que vivimos hoy, no tiene las mismas características que las crisis de 1929, 1982, 1994 y 2008, que fueron crisis profundas pero delimitadas a una debacle financiera. El virus provoca una enfermedad contagiosa que ha parado no solamente la actividad económica sino que ha obligado a la reclusión de las personas en sus hogares y a ausentarse del trabajo, con todos los problemas consiguientes al interior de las familias, el cierre de escuelas, parálisis de los negocios y la suspensión de las actividades recreativas.
En la crisis hemos descubierto que la pandemia tiene que ser catalizadora de cambios y que debemos prepararnos para ingeniarnos correctivos contra amenazas que son inminentes. La más clara: el calentamiento del planeta. De no prevenirnos será como el virus una amenaza para la humanidad. Lo alentador es que, de la misma forma como se ha hecho ahora con el virus, puede haber una respuesta solidaria y global. No debemos esperarnos hasta quedar como pollos rostizados. Es necesario ser más escrupulosos en el cuidado de la naturaleza. La pandemia es una crisis sanitaria pero también una crisis ecológica y de un sistema político que ha pasado a segundo término el desarrollo sustentable. En este sentido es muy lamentable el recorte que ha hecho la 4T del 75% a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas y la del Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, en un país que se considera tiene el 10% de la diversidad de la tierra. En fin, lo positivo, la humanidad ha sido capaz de unirse ante una amenaza universal, no esperemos otra desgracia para demostrar la solidaridad de la que es capaz la humanidad.
Esto no lo dice el Grupo, lo digo yo. Mi maestro José Campillo definía así a los hipócritas: “Un hipócrita es quien tiene cara de lunes pero con intenciones de sábado en la noche”. El virus ha exhibido a una clase política hipócrita, después de los llamados conminatorios y dramáticos para el enclaustramiento, el Presidente López Obrador se va de gira y el Señor Gobernador Francisco Domínguez, que había dado pruebas de tomar la pandemia en serio, aparece tan campante en una carne asada. Le dan la razón a amplios sectores de la población que son escépticos y afirman que todo esto de la pandemia es una simple estratagema de los poderes políticos. ¿Qué obscuras intenciones tienen el Presidente y el Ejecutivo estatal detrás de sus rostros compungidos llamándonos a cuidarnos y no salir? Y lo peor de todo, no se percatan de la magnitud de las consecuencias de su incongruencia y mal ejemplo.