EL JICOTE
¿Cómo se escribirá: gripa o gripe? En fin, en cuestión de resfriados todo es horrible, no se ponen de acuerdo ni en el nombre. Ahora bien, mi resfriado no lo pesqué con anzuelo sino con red, es decir, no es un resfriado cualquiera, este es exuberante, tropical, desbordado, modestamente yo le llamaría clásico, otros dirían que simplemente de comercial de televisión. Del síndrome no hay nada que no padezca: dolor de cabeza, fiebre, ojos llorosos, nariz congestionada, escalofríos, cuerpo cortado. Soy el invernadero más grande de microbios del mundo; con gusto diría que soy un foco de infección, pero me siento demasiado opaco para una comparación tan luminosa. Esta gripe no la cura un médico, ni dos, sólo la Organización Mundial de la Salud, sesionando en pleno. El problema cuando me da gripe es que, además de quitárseme lo modesto, transito por varios estados de ánimo. Primero: Sospechas de complot. De seguro fulano de tal me la pegó, andaba enfermo, pero como perdió el Morelia, se me acercó y dizque para felicitarme me abrazó muy cerca, maldito ardido; no, fue zutana, es fanática del Presidente, le caigo en el hígado cuando lo critico, nunca me da beso en la mejilla y ahora que andaba enferma me lo dio casi en la boca, ni que ella no supiera que cada estornudo tiene más de 150 mil virus. Segundo: Olvido. Hace tiempo que no voy a escuchar mariachis; yo brindé en los dos juegos por el triunfo del glorioso América, pero todas las pedí sin hielo. Tercero: Desesperanza. Hay miles de virus gripales, de seguro no hay medicamento para el mío. Esto no será pasajero, me voy a quedar así toda la vida, de muestra, para siempre. Cuarto: Indignación. ¿Por qué me dio a mí? Digo, comprendo que se resfríen los que viven en Amealco, ¿pero yo en Querétaro? No es posible. Quinto: Reflexión sociológica. Ahora sí estoy seguro de que es cierto lo que dicen los médicos europeos, las gripas ocasionan más pérdidas de jornadas de trabajo que las huelgas. Sexto: Otra vez indignación. Bueno, ¿pero dónde estaban mis anticuerpos? Bola de traidores, no opusieron la más mínima resistencia. Me invade un mallugamiento, una somnolencia, en la que los reflejos vitales sólo me alcanzan para sentir claramente todos los padecimientos, pero ninguno de los placeres de la existencia. Mi mente no puede concentrarse, bueno ya ni siquiera puedo leer un informe del Señor Gobernador y el Señor Senador, y miren que para esto no se exige especial lucidez.. En fin, estimado lector, disculpas por haber abordado un tema tan «virulento», pero creo que se debe escribir sobre lo que se piensa, lo que se vive, pero sobre todo, lo que se siente. Edgar Wallace se preguntaba: “¿Qué es un intelectual?” Y se contestaba: “Es alguien que ha encontrado algo en lo que pensar, además de en las mujeres”. Yo acotaría: ¿Qué es un intelectual? Alguien que puede escribir un artículo a pesar de tener gripa. Lo que significa que por ningún lado soy un intelectual. Aprovecho para desearles una muy feliz navidad en compañía de su familia y de quienes más quieran. Un año 2020, lleno de salud, La salud es el punto de la operación aritmética de la vida, sin ella todo es cero a la izquierda. Díganmelo a mí ¡Atchis! Me voy de vacaciones, nos vemos en enero. Gracias por leerme. ¡Atchis!