EL JICOTE
“Un patriarca puede mandar lo que sea, pero no debe ser tan bruto como para mandar algo que no se puede hacer”. Escribe García Márquez en su libro “El otoño del Patriarca”. En otro libro que escribí hace años, texto obligatorio en todas las facultades de ciencias políticas del país, “Teoría y Práctica de la Propaganda Política” -perdón por el autocebollazo- ejemplificaba las graves consecuencias de solicitar determinadas conductas sin averiguar las condiciones en las que se realizarían y las exigencias que implicaban.
En la India, durante la campaña de control demográfico, fueron repartidos pequeños rosarios de cuentas verdes y rojas, para indicar los días sin y con peligro de gestación. Al observar que los índices demográficos no se abatían, se hicieron estudios, los cuales revelaron que la mayor parte de las relaciones sexuales se llevaban a cabo por la noche, y que el 90% de las casas en la India carecían de luz eléctrica, por lo que la falta de visibilidad, aunada a la emoción propia del momento, hacía que todas las cuentas se vieran verdes. Se decidió cambiar de método por el de preservativos. Se comisionó a un grupo de médicos y enfermeras, para que mostraran su uso. Los especialistas utilizaban el dedo índice para colocarse el preservativo, a guisa de ejemplo. Después de varias quejas en contra de la eficiencia del recurso, se decidió llamar a los quejosos y preguntarles cómo habían cumplido las indicaciones. Todos, invariablemente, se colocaron el preservativo en el índice. Un compañero dentista me refirió su experiencia al respecto. Fue enviado para cumplir su servicio social a una ranchería, cerca de San Luis Potosí, para mostrar una película cívica que explicaba los peligros de las caries dentales y la necesidad de lavarse los dientes.
Terminada la exhibición interrogó a la audiencia, que en coro respondió que no. El pasante consideró que la película estaba tal vez mal planeada, y explicó nuevamente su contenido. Cuando estaba a punto del suicidio, un niño se levantó y le dijo: “Bueno, sí nos lavamos los dientes, pero usted nos da los cepillos y el agua”. Era un poblado que, además de pobre, no tenía agua, prácticamente ni para beber; desperdiciarla para prevenir las caries, resultaba de una sensualidad que no comprendían los niños.
López Obrador aconseja comer arroz, frijoles y maíz. En el país la cosecha de ninguno de estos tres productos cubre la demanda alimentaria, se tiene que importar una buena cantidad de estos tres productos. Mientras el presidente invita a consumir arroz, frijoles y maíz el presupuesto para el campo tuvo un recorte del 34% respecto al año 2018.
Hace tiempo que el Presidente deambula fuera del mundo de los mexicanos. Ignorante y voluntarioso no evalúa las contingencias que inciden en el cumplimiento de lo que recomienda. No le interesa la realidad y queda satisfecho con lo inobjetable de su buena intención. Otra curva aplanada.