EL JICOTE
Cien o más días. El Gobierno de los sobresaltos
Hay dos unanimidades que me impresionan, una negativa y otra positiva. La primera se refiere a la reprobación absoluta a la cancelación del aeropuerto de Texcoco. No hay un solo comentarista que defienda a Santa Lucía, en lo único que difieren es en lo que le costará al país este insulto a la cordura. La recompra de los bonos para terminar el aeropuerto ha sido escandalosa, se calcula que tres veces más del valor original. Todo para que los proveedores no protesten y no se vayan a un litigio internacional. Para no aburrirlos ni escandalizarlos con cifras, simplemente el dinero que se va a gastar en resarcimientos e indemnizaciones alcanzaría para terminar el de Texcoco.
Ni el aspecto económico, ni el técnico, ni la reprobación de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), ni el daño político por la burla de la consulta popular súper patito y la pérdida de confianza de los empresarios han calado en la voluntad del Presidente. La tozudez ha desbordado los límites del capricho y se ha convertido en una innombrable necedad, algo así como una pataleta de proporciones descomunales.
Vamos a lo positivo. No se ha destacado mucho por los analistas pero es un logro histórico. El dictamen de la Guardia Nacional, aprobado unánimemente por el Senado, es un auténtico home run con la casa llena. Testimonio tanto de una flexibilidad en la posición de López Obrador y de una negociación parlamentaria, me atrevería a decir, que perfecta. Lograr la unanimidad entre los legisladores, en un ambiente bilioso, polarizado y enconoso es casi increíble, algo así como un costal de frijoles y lentejas sin ninguna piedra.
Aquí le paro al elogio. La maledicencia siempre encuentra en la crítica una animosidad personal y en el elogio una melcocha que de inmediato dicta su sentencia: “Ya le llegaron al precio”. Nada de eso es cierto, ni tampoco moriré de parto.