- Estilo personal, decía Daniel Cosío Villegas
- Las jornadas de oración contra la violencia
- La carta de Mauricio Kuri a Plaza de Armas
- Tres ex gobernadores, ¿en qué la rifan hoy?
LEA.
Cuando ocurrieron los hechos del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, la mayoría de los mexicanos no habíamos nacido aún, pero todos hemos escuchado o leído sobre la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas y la responsabilidad histórica del presidente Gustavo Díaz Ordaz y del secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez, fallecido el viernes a los 100 años de edad en su casa de Cuernavaca, Morelos.
Hablemos de lo local.
Con Querétaro, Echeverría tuvo una relación muy importante, coronada con la creación del Centro Universitario del Cerro de Las Campanas, en donde hace 50 años colocó la primera piedra junto con sus promotores: el rector José Guadalupe Ramírez Álvarez y el gobernador Juventino Castro Sánchez.
Nuestro estado -“aquí se cruzan todos los caminos de la historia” decía- fue fundamental para Luis Echeverría, como lo recordó en una entrevista con nuestro director general al compartirle cómo fue tejiendo su candidatura con los preparativos para el centenario del triunfo de la República y la colocación de la estatua de Juárez en la histórica colina, inaugurada el 15 de mayo de 1967.
Por ello no lo pensó dos veces para elegir a Querétaro como punto de arranque de su campaña política para la presidencia, con un acto de fe constitucionalista y su lema: ¡Arriba y adelante!
En rigor, solía venir frecuentemente antes, en y después de su mandato. Al principio con su esposa e hijos al balneario de El Jacal (hoy hotel Real de Minas), luego de su sexenio, visitaba la casa del ex gobernador veracruzano Rafael Hernández Ochoa (+) en el Club Campestre y los últimos años al spa de La Pitaya, propiedad del abogado queretano Antonio Pérez de la Peña (+), en los límites de Guanajuato con nuestro estado.
El presidente Echeverría inauguró numerosas industrias en Querétaro y encontró un gran aliado en el gobernador Antonio Calzada Urquiza, al que prefirió por encima del líder agrario Alfredo Vladimir Bonfil.
De su política de apertura hacia los jóvenes se beneficiaron también queretanos como Mariano Palacios Alcocer, Silvia Hernández Enríquez y Fernando Ortiz Arana, que llegaron a los primeros niveles. El primero como presidente nacional del PRI, gobernador y secretario del Trabajo. La segunda, varias veces diputada federal y senadora, además de secretaria de Turismo. Y el tercero como presidente del PRI y dos veces candidato a gobernador de Querétaro.
Recupero estos datos porque, obviamente, los medios nacionales se han centrado en los hechos del 2 de octubre del 68 en Tlatelolco y de 10 de junio de 1971, el Halconazo, que marcarán por siempre su historia.
Luis Echeverría Álvarez murió el viernes siendo quizá el ex presidente más antiguo del mundo. Antes que él se fueron sus contemporáneos Gerald Ford y Richard Nixon, de EU, Fidel Castro de Cuba, Mao de China y hasta los posteriores mexicanos José López Portillo y Miguel de la Madrid. Solo le sobrevive la reina de Gran Bretaña, Isabel II, que es una jovenzuela de 96 años.
Querétaro recordará a Echeverría -a querer o no- por el Centro Universitario de la UAQ.
Así de fácil.
Así de difícil.
-LA VIEJOTECA-
CU.
Cabe recordare la obra que se levanta en el Cerro de las Campanas, magnífica e imperecedera, se debe sí al apoyo y acuerdo del gobernador Juventino Castro Sánchez pero sobre todo al discurso pronunciado ahí mismo por el maestro José Guadalupe Ramírez Álvarez el 15 de mayo de 1972 ante el primer mandatario.
Que así como Juárez, le dijo, ordenó lanzar fuego y metralla en esa colina, para acabar con Maximiliano y su imperio, “a él, Luis Echeverría, le correspondía ordenar que se lanzara cemento, arena, cristales, hierro, para construir aulas, porque ahí se iba a hacer nuevamente México”.
Ante tan sugestivo argumento, aceptó la provocación y el 20 de septiembre de ese mismo año recibió a los representantes de alumnos y maestros de la UAQ en Los Pinos. Todavía ahí, como si no fuera suficiente, don Guadalupe expuso que la máxima casa de estudios tenía tres mil alumnos y una superficie de seis mil metros cuadrados, dos metros por estudiante, como en los panteones.
El presidente lo interrumpió: “ya no necesita…ya no me diga más. Va a tener todo”.
Y al modo: ¿Traen los planos? Sí.
¿Tienen los presupuestos? Sí.
¿Cuándo podemos empezar?
Mañana.
¡Empiecen mañana!
La espléndida anécdota nutre el libro “El estilo personal de gobernar” de Daniel Cosío Villegas y es suficiente para reconocer la aportación de José Guadalupe Ramírez Álvarez, que en el proyecto de memorias dictadas a su discípulo Pedro Jesús Montiel Cárdenas (+), afirmó orgulloso: “Porque indiscutiblemente, aunque lo nieguen, aunque lo que sea, han sido obra mía, el Centro Universitario y los periódicos de Querétaro, Amanecer y Diario”.
Así quedó también registrado en la semblanza escrita por Sergio Arturo Venegas Alarcón para el segundo tomo de la colección de libros “Querétaro en el siglo XX, personajes de la vida cotidiana”, editados en el año 2013 por la administración del gobernador José Calzada Rovirosa con la coordinación del cronista Andrés Garrido del Toral y del secretario técnico del gobierno, Juan Antonio Isla Estrada.
Doy fe.
-OÍDO EN EL 1810-
Misterio.
Que la tarjeta de crédito del abogado ejecutado el lunes 13 fue utilizada días después en un negocio de Jalisco. Y la presunta homicida ya estaba presa.
Que alguien me explique.
-¡PREEEPAREN!-
Antes y después.
Hace siete años, tras los comicios estatales del 7 de junio de 2015, comenzó la persecución en contra de PLAZA DE ARMAS, El Periódico de Querétaro, suspendida al inicio de la presente administración, el 1 de octubre de 2021.
Lo recordábamos ayer al recibir, junto con innumerables mensajes por el 12 aniversario de la aparición de este medio, una carta de felicitación del gobernador Mauricio Kuri González, que mucho apreciamos.
La libertad de expresión es uno de los valores fundamentales de la sociedad y aquí la hemos hecho valer por encima de los intereses político y económicos que pretendieron desaparecernos en uno de los primeros acuerdos oficiales de la transición Calzada-López-Domínguez.
Lo que los políticos olvidan frecuentemente es su transitoriedad. Se creen eternos, pero ellos se van, dejan sus cargos importantes y los periodistas seguimos y seguiremos siendo periodistas, ejerciendo el mejor oficio del mundo, diría García Márquez.
¿Y, por cierto, en dónde está hoy ese trío?
¿En qué la rifa?
Calzada en la suplencia de una senaduría, esperando que le haga justicia la naturaleza (ya no la revolución) y defendiendo al indefendible “Alito”.
López Portillo transita entre Querétaro y sus propiedades en Sinaloa.
Domínguez espera que le vaya mal a Marko Cortés para buscar la dirigencia nacional del PAN.
Y nosotros aquí seguimos, ¡al pie del cañón!
-¡AAAPUNTEN!-
Con la Iglesia.
Andrés Manuel López Obrador sostiene un grave diferendo con la Iglesia Católica, a la que no pertenece y puede convertirse -toda proporción guardada- en una nueva versión de La Cristiada.
Las jornadas de oración por la paz y en contra de la inseguridad nacional, iniciadas este domingo en todo el territorio, pueden ser más efectivas que todas las campañas partidistas y empresariales denunciadas diariamente desde el púlpito de La Mañanera.
Faltan menos de dos años para las elecciones presidenciales y aunque la violencia va en aumento en la mayor parte del país y la economía comienza a mostrar signos de agotamiento, hasta ahora no se ve quién le puede ganar a la 4-T, excepto la propia 4-T si se profundizan las diferencias con un reino que no es de este mundo pero ejerce un poder real en millones de mexicanos, más de los que votaron por López Obrador en el 2018.
Fin del comunicado.
-¡FUEGO!-
El centenario.
Aquél 15 de mayo de 1967, estuvieron en Querétaro cuatro de los cinco ex presidentes vivos: Portes Gil, Cárdenas, Ruiz Cortines y Alemán. Sólo faltaría López Mateos, con el aneurisma ya muy avanzado. El acto resultó muy bien organizado y con gran participación de los queretanos encabezados por el gobernador Manuel González Cosío. Los discursos de primera y el Ejército, siempre presente, dándole la marcialidad requerida.
Tan emocionado y satisfecho estaba el presidente Gustavo Díaz Ordaz (en plenitud de poder, antes del 68) que le entregó su reloj de oro al joven orador Fernando Ortiz Arana. Y a Echeverría la candidatura. De lo que siempre se arrepintió. Tiempo después confesó que todas las mañanas, al verse en el espejo, se decía: pendejo.
¡Porca miseria!