INGENIERÍA HUMANA
Cuando llegamos al mundo se lleva a cabo un vínculo indisoluble con nuestra madre, así, cuando respiramos por primera vez, exteriorizamos el inicial y dependiente anhelo humano por conseguir protección y amor en presencia de nuestra madre. No se sabe si por egoísmo, dependencia, necesidades afectivas y de reconocimiento social no satisfechas, existen madres que desean ver realizados sus seños, metas e ilusiones en sus hijos. Acá veamos el caso de las madres y sus hijas. Obvio, las madres narcisistas.
Narcisistas.-
DE acuerdo con el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales V, los narcisistas son personas que tienden a tener un sentido exagerado de la autoestima y la base de su identidad está en los halagos y aprobación de los demás. Asimismo, sus relaciones íntimas son superficiales y se centran principalmente en cómo las demás personas reflexionan sobre ellos, con poca o ninguna empatía por las otras personas. Aunque creen ser mejores que los demás, también son propensos a avergonzarse profundamente cuando son criticados o cometen errores.
Las caras del narcisismo materno.-
Rebecca Wells, en su obra “Divine Secrets of the Ya-Ya Sisterhood”, menciona que la confianza, el amor y el conocimiento propios sólo pueden ser enseñados a una hija por una madre que posea esas cualidades ella misma. Por añadidura, para transmitirlas con éxito, la madre tiene que haber forjado una relación entregada y equilibrada con su hija. Uno de los problemas del narcisismo es que no permite el equilibrio. Las hijas de madres narcisistas viven en un ambiente familiar extremo. Fieles a su legado de amor deformado, que ha sido transmitido de generación en generación, la mayoría de madres narcisistas o bien se exceden en su tarea de progenitoras (la madre absorbente), o bien se quedan cortas en ella (la madre negligente). Aunque estos dos estilos parecen ser opuestos, para un niño criado con uno de los dos, el efecto del contrario es el mismo. Tu imagen de ti misma se distorsiona y parece imposible librarse de los sentimientos de inseguridad.
La madre absorbente.-
Wells señala que la madre absorbente asfixia, al parecer inconsciente de las necesidades o deseos exclusivos de su hija. Tal vez te criaron de esta manera. Si es así, es probable que las cualidades naturales que tenías, los sueños que querías hacer realidad y, tal vez, hasta las relaciones más importantes para ti eran alimentados raras veces. Tu madre te enviaba constantemente mensajes sobre quién necesitaba que fueras, en lugar de validar quién eras realmente. Desesperada por merecer su amor y aprobación, te adaptabas y, al hacerlo, te perdías a ti misma.
Activas y entregadas.-
Las madres absorbentes suelen parecer unas madres geniales. Como siempre están involucradas en la vida de sus hijas y puede que siempre estén haciendo cosas para ellas y con ellas; las personas ajenas a la familia suelen verlas como madres activas y entregadas. Sin embargo, la propia imagen debilitada y la sensación de falta de valía que sus hijas extraen de esta conducta son trágicas. Las madres narcisistas no son conscientes de las consecuencias perjudiciales y a menudo devastadoras de su conducta, lo cual no disminuye, por supuesto, sus duraderos efectos.
La madre negligente.-
En la película Mermaids (Sirenas), de allá por el año 1990, se retrata a una madre irresponsable y egocéntrica. En esta película, todo gira en torno a Mamá y sus relaciones, mientras que el mundo emocional de sus hijas está vacío. Algunas de las frases de las hijas en esta película lo dicen todo. Por ejemplo: “Ésta es nuestra madre. Reza por nosotras”, “Mamá es muchas cosas; normal no es una de ellas”, y: “Mamá, no soy invisible”. Una conducta negligente crea un profundo vacío emocional en la vida de un niño, un vacío que puede no ser detectado durante años, pero el maltrato o la negligencia físicos son más claramente visibles. Cuando los padres narcisistas son incapaces o no están dispuestos a satisfacer las necesidades más básicas de su hija —mantenerla segura, sana y en la escuela—, eso sí se ve.
Llamativa – extrovertida.-
Esta es la madre sobre la que se hacen películas. Es una animadora pública, adorada por las masas, pero secretamente temida por quienes viven con ella y por sus hijos. Si puedes formar parte de su espectáculo, mucho mejor. Si no puedes, será mejor que tengas cuidado. Se la ve, es llamativa, divertida y «extremada». Algunos la adoran, pero tú desprecias la visible mascarada que representa para el mundo. Porque sabes que no le importas ni a ella ni a su espectáculo; lo único que le importa de ti es cómo haces que ella parezca ante el resto del mundo. Ver cómo el mundo reacciona ante ella te confunde. Ves que no te ofrece a ti, su hija, la misma calidez y carisma que les ofrece a otros, a los amigos, colegas, familia, incluso a los desconocidos. “Ojalá me quisiera, entonces podría ser lo que le apeteciera y a mí no me importaría”, te dices. Quieres, desesperadamente, que te conozca y, también, que te deje ser tú misma. Con mucha frecuencia, estas madres llevan una vida de ensueño y quieren que sus hijas encajen en su mundo social y se adapten a su molde.
La madre orientada al éxito.-
De acuerdo con Wells, para este tipo de madre, lo que logres en la vida es de primordial importancia. El éxito depende de lo que haces, no de quién eres. Espera que actuarás al máximo nivel posible. Esta madre está muy orgullosa de las buenas notas de sus hijos, de su victoria en los torneos, de que los admitan en la universidad adecuada y de que se gradúen con los títulos pertinentes. Además, le encanta jactarse de ellos. Pero si no llegas a ser lo que tu madre orientada al éxito cree que deberías ser y no logras lo que ella cree que es importante, se siente profundamente avergonzada y puede que incluso reaccione con un ataque desenfrenado de furia y rabia.
Aquí entra en juego una dinámica confusa. Con frecuencia, mientras la hija intenta alcanzar un objetivo dado, la madre no le presta ningún apoyo, porque su intento la aleja de ella y le quita un tiempo que debería dedicarle a ella. Pero, si la hija consigue lo que quiere, la madre sonríe con orgullo en el banquete o en la ceremonia de entrega de premios. Es un mensaje muy contradictorio. La hija aprende a no esperar mucho apoyo, a menos que se convierta en todo un éxito, lo cual la prepara para una baja autoestima y un modo de vida orientado al éxito.
La madre psicosomática.-
La psicosomática utiliza las enfermedades, los achaques y los dolores para manipular a los demás, para salirse con la suya y para centrar la atención en ella. Le importan poco los que la rodean, incluyendo a su hija, o sus necesidades. Si tu madre era así, el único medio que tenías para conseguir su atención era cuidar de ella. Si no respondías a ella o si te rebelabas contra su conducta, mi madre se hacía la víctima poniéndose más enferma o sufriendo una crisis relacionada con la enfermedad para redirigir tu atención y hacerte sentir culpable. Yo lo llamo el «método del control por enfermedad». Es muy eficaz. Si la hija no responde, parece mala y se siente como una fracasada que no puede ser amable con su madre. Lo más importante para una madre psicosomática es que su hija esté allí para cuidarla y comprenderla.
Huída emocional.-
Muchas veces, la madre psicosomática utiliza sus enfermedades para huir de sus sentimientos o para no enfrentarse a una dificultad en la vida. Lo habitual es que la hija oiga de su padre o de otros miembros de la familia: «No se lo digas a tu madre. Se disgustará o se pondrá enferma». Algunas hijas aprenden que si ellas mismas se ponen enfermas consiguen atraer algo de atención por parte de sus madres psicosomáticas porque la enfermedad les proporciona un vínculo común. La madre puede identificarse con la enfermedad y es capaz de comunicarse a través de ella con la hija, pero debe tener cuidado de no estar más enferma que la madre, porque entonces ésta no se sentirá cuidada, algo a lo que se siente con derecho.
La secretamente malvada.-
La madre narcisista que es malvada en secreto no quiere que los demás sepan que maltrata a sus hijos. Por lo general, tiene un yo público y un yo privado totalmente diferentes. Las hijas de estas madres las describen diciendo que son bondadosas, cariñosas y atentas en público, pero maltratadoras y crueles en casa. Es difícil no sentir un gran resentimiento hacia tu madre por esto, especialmente si engaña a mucha gente fuera de la familia. Si tuviste una madre así, sabrás lo atroz que es esta conducta contradictoria. En la iglesia, tu madre te rodea los hombros con el brazo y te da un chicle que saca del bolso con una cálida sonrisa. En casa, cuando le pides un chicle o te acercas a ella, te da una bofetada o te insulta. Esta madre es capaz de anunciar en público: «Estoy muy orgullosa de mi hija. ¿Verdad que es preciosa?», y luego, en casa, decir: “Realmente tendrías que perder peso, llevas un desastre de pelo y vistes como una pu…”. Estos mensajes imprevisibles y contradictorios son demenciales.
La necesitada emocionalmente.-
Aunque, a un cierto nivel, todas las madres narcisistas están necesitadas emocionalmente, algunas muestran esta característica más abiertamente que otras. Estas madres llevan sus emociones al descubierto y esperan que sus hijas se ocupen de ellas, una propuesta perdedora para los hijos, de los que se espera que calmen a su madre, escuchen sus problemas de adulta y los solucionen con ella. Por supuesto, no se presta atención a los sentimientos de estos hijos y es improbable que te acerques siquiera a recibir el mismo nutrimento que se espera que proporcione.
Vínculo tóxico.-
La Dra. Valeria Sabater en su artículo “Hijos adultos de madres controladoras: efectos de un vínculo tóxico”, cita que el amor de una madre no siempre es incondicional. A veces lleva implícita una cuota de sufrimiento, un sinfín de condiciones y condicionantes que marcan y dejan huella. Un ejemplo de ello son sin duda los hijos adultos de madres controladoras, personas que a pesar de haber alcanzado la madurez arrastran con el peso de ese vínculo dañino y complejo.
¿Por qué no me quiere? La Dra. Olga Carmona en su artículo “Síndrome de la progenitora tóxica: ¿por qué mi madre no me quiere?”, menciona que la madre tóxica es una mujer que ha llegado a la maternidad por caminos poco deseables, por convencionalismos, porque así estaba diseñado su guion de vida, porque eso es lo que de ellas se esperaba. Renegar de la maternidad o simplemente ejercer el derecho a no serlo, no era, ni es, algo aprobado por la sociedad. Aquellas mujeres que han decidido libre y abiertamente no ser madres han sido miradas con recelo y suspicacia por la mayoría de su entorno. Siempre. Incluso ahora. Hablamos de una minoría valiente y coherente que decidió por sí misma cuál era su voluntad y su camino. Muchas otras sin embargo, aceptaron gestar, parir y criar como algo inevitable. No es tan extraño entender, que algunas de aquellas hijas, no solo no fueran amadas incondicionalmente, sino percibidas como una molestia, un obstáculo, una rival e incluso una proyección de aquello que ellas hubieran querido ser.
Mujeres infantilizadas.-
Se trata en la mayoría de los casos de mujeres muy narcisistas o infantilizadas, que nunca asumieron el papel de madre y que siguen filtrando el mundo a través de su necesidad y su deseo. Otras, son mujeres amargadas, cuya vida no se parece en nada a lo que esperaban, profundamente infelices, que usan de chivo expiatorio a sus hijas proyectando en ellas el foco de su insatisfacción. Hay diferentes formas de madres tóxicas, pero todas incluyen la culpa, la manipulación, la crítica cruel, la humillación, la falta de empatía, el egocentrismo puro. Son madres que hacen saber a sus hijas que no están a la altura de lo que se espera de ellas, envidian sus éxitos, recelan su necesidad de independencia, rivalizan con ellas en un patológico escenario vital donde la víctima ni siquiera sabe que lo es.
¿Será envidia? Carmona menciona que la madre que no ama, despliega su toxicidad de diferentes formas, así nos encontramos con madres que envidian a sus hijas y tratan de anularlas, madres que sobreprotegen y absorben excesivamente para tratar de evitar el sentimiento de culpa por no haber deseado tener ese hijo, madres centradas únicamente en “la fachada” que exigen a sus hijas que encajen en un molde que ellas mismas han diseñado para exhibirse, madres que utilizan la enfermedad y el victimismo como principal estrategia de manipulación, madres dependientes que invierten los roles y hacen que sus hijas sean quienes se ocupen de su bienestar físico y emocional y madres que, por desgracia, encajarían en varios de estos guiones de película de terror.
Cargando changos ajenos.-
Estas hijas de madres narcistas, durante su infancia tratarán por todos los medios de ganarse la atención y la aprobación de su madre lo que derivará en una adulta que tratará por todos los medios de ganarse la atención y la aprobación del mundo. No se sentirán dignas de ser queridas, habrán aprendido que su valor está en lo que hacen no en lo que son, la fragilidad y la inseguridad serán compañeras de viaje y, con frecuencia, pasarán este perverso legado a sus hijos, cronificando así el círculo de la infelicidad y la dependencia.
¿Y los hijos? El caso de las madres narcisistas y sus hijos varones son otro rollo que trataremos próximamente.