CIENCIA FORENSE
Los hallazgos de fosas clandestinas, el análisis científico de dichas fosas y su posible relación con graves violaciones a derechos humanos, desde la perspectiva forense y penal, constituye evidencia susceptible de ser utilizada no sólo para la labor humanitaria de identificación de las personas que, luego de perder la vida, fueron inhumadas en éstas, sino también para determinar la identidad y la responsabilidad penal de los victimarios de acuerdo con el marco normativo.
Contexto. –
Jorge Ruiz Reyes, en el artículo “Fosas clandestinas y su relación con crímenes de lesa humanidad. Propuesta metodológica para la documentación de casos que determinen responsabilidad penal internacional en México”, publicado en la Revista Scielo, Expediente Violencia(s), Movilidad Humana y Derechos Humanos, señala que la violencia en México ha sido un fenómeno recurrente en gran parte del territorio del país, aunque de manera diferenciada, durante los últimos 12 años. Los orígenes de ésta se encuentran en una estrategia de seguridad para combatir frontalmente al crimen organizado, la cual ha sido implementada durante los últimos dos periodos presidenciales.
Política fallida. –
José Luis Pardo Veiras, en su artículo “México cumple una década de duelo por el fracaso de la guerra contra el narco”, cita que esta política se ha mostrado fallida en disminuir la distribución de drogas y el alcance de los grupos del crimen organizado. Además, se ha observado un incremento en indicadores de violencia, como las tasas de homicidios, el aumento en el número de desapariciones y desapariciones forzadas, entre otros crímenes. Es necesario recalcar que, dentro de las fuentes que han originado esta violencia, se identifican tanto actores estatales como actores no estatales.
Años violentos. –
Manuel Aguirre Botello, en su trabajo “México, tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, 1931-2017”, indica que para ejemplificar lo anterior, durante el año 2017 se documentaron 31 mil 174 homicidios conforme a las actas de defunción del país; es decir, se registraron 25 homicidios por cada 100 mil habitantes, convirtiéndose en el año más violento de los últimos 50 años. No sólo esto, sino que desde finales de 2006 se han documentado más de 200 mil asesinatos con base en las cifras oficiales.
Personas desaparecidas. –
Denise González y Lucía Chávez, en la publicación “Violencia y terror. Hallazgos sobre fosas clandestinas en México”, señalan que en relación con la magnitud del fenómeno de la desaparición y desaparición forzada, el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) reconoció hasta abril del 2018 un total de 37 mil 435 casos de desaparición en el país. De éstos, 1 mil 170 casos corresponden al fuero federal, mientras que el resto al fuero común. Cabe señalar que el 98.15% de estos casos fueron documentados desde el año 2007 en adelante.
Historias desconocidas. –
La Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, publica “Violencia y Terror. Hallazgos sobre fosas clandestinas en México”, citando que detrás de cada fosa clandestina están las historias de víctimas directas e indirectas que se han visto afectadas a causa de la violencia generada por distintos agentes estatales y no estatales a lo largo de estos últimos diez años. Señalar la magnitud de este problema es un paso más, entre otros, para conocer mejor la realidad compleja en la que estamos inmersos; generar información sobre el contexto que facilite el acceso a la justicia y la reducción de la impunidad a través de la determinación de responsabilidades; producir insumos para el diseño de políticas de prevención; contribuir al acceso a la verdad, y crear nuevas formas de memoria con miras a la no repetición de los actos atroces involucrados en la inhumación clandestina.
Lugar del hecho o escena del crimen. –
Liza Virginia Villela García, en su tesis “Manual de Procedimientos para la Recuperación de Restos Óseos en la Escena del Crimen”, menciona a la escena del crimen, la cual, de acuerdo al trabajo de Jorge O. Silveira “La escena del crimen”, indica que “La escena del crimen o lugar del hecho, es aquella porción de espacio donde se materializó el acto susceptible de revelarse por vestigios objetivamente constatables; es la fuente por excelencia de los indicios pesquisables inmediatamente, capaces de posibilitar el esclarecimiento del hecho”.
Perito en la escena del crimen. –
Guillermo Cabanellas citado por Claudia Frinée Girón Zavala, en su artículo “La elaboración de perfiles criminalísticos para la determinación del autor de un delito de homicidio”, define el término de Perito como “…el especialista, conocedor, práctico versado en una ciencia, arte u oficio. Quien posee título estatal de haber terminado estudios o de poseer experiencia en una rama del conocimiento, en una actividad cualquiera.” En virtud de lo cual, el perito encargado de la escena del crimen es un especialista en la recolección y embalaje de evidencias. Por otra parte, Fredi Antedro, Carrasco Otarola, en su artículo “Funciones del Perito en la escena del crimen”, cita que el trabajo de los peritos en la escena de crimen es recopilar evidencias, tales como fibras, huellas dactilares, cabellos u otras partículas en el lugar del crimen.
Principio de correspondencia de características. –
El perito, basado en un principio universal establecido criminalísticamente, que señala que: “La acción dinámica de los agentes mecánicos, vulnerantes sobre determinados cuerpos dejan impresas sus características, reproduciendo la figura de su cara que impacta. Fenómeno que da la base científica para realizar estudios micro y macro comparativos de elementos problema y elementos-testigos.
Principio de reconstrucción de hechos y fenómenos. – Villela García, señala que el estudio de todos los elementos materiales de prueba asociados al hecho, darán las bases y los elementos para conocer el desarrollo de los fenómenos de un caso concreto y reconstruir el mecanismo del hecho o fenómeno, para acercarse a conocer la verdad del hecho investigado.
Tipología de fosas. –
El perito debe diferenciar los distintos modelos de enterramiento denominados “Fosa”. Que son con las que va a trabajar y por lo tanto es necesario tener conocimiento de sus diferentes características.
Fosa individual. –
Es aquella que contiene en su interior un solo individuo.
Fosa común. –
Contiene más de un individuo. Una fosa común puede sufrir remociones cuando se reutiliza la misma área para inhumar posteriormente a otros individuos. Aunque no es lo normal encontrar fosas comunes con remociones posteriores; en este caso, es necesario establecer la disposición del cuerpo en la fosa y sus modificaciones, lo que nos permite reconstruir la dinámica de inhumación: cómo fue depositado, en qué orden con relación a posibles cuerpos adyacentes, así como los cambios que puede haber sufrido por la data de entierro.
Fosa aislada o fosa adyacente. –
Cuando no se encuentra en contacto con una más cercana.
Fosa primaria. –
La que ha contenido al cadáver desde su deceso; se puede determinar si es primaria analizando la posición de los restos, su grado de articulación anatómica, su posición anatómica y la ausencia de alteraciones en el terreno.
Fosa secundaria: El cuerpo fue removido del sitio original de enterramiento y posteriormente inhumado en el lugar del hallazgo. Llegados a este punto hablaremos de lo que se denomina enterramientos secundarios. Su definición viene dada por el traslado de un individuo previamente inhumado que vuelve a enterrarse en otro lugar, donde finalmente es hallado. También desde un punto de vista más ritual y cultural, se ha denominado a los enterramientos secundarios, como habitáculos en los que se han arrojado las partes del cuerpo que han sido desarticuladas, cortadas, etc.; conocidos también como Osarios. La única diferencia con este término en la actualidad, es que los osarios actuales pueden no estar enterrados sino depositados en grandes habitáculos como nichos.
Fosa perturbada o alterada. –
Son aquellas fosas primarias que pueden haber sido alteradas por acción humana, animal o natural. Generalmente, se llama perturbada cuando la acción ha sido producida por animales, la vegetación o los movimientos naturales del terreno y alteración cuando la acción es producida por el hombre de forma accidental o intencional.
Fosa sincrónica. –
Cuando las fosas encontradas han sido construidas en un mismo espacio temporal.
Fosa diacrónica. –
Cuando las fosas encontradas han sido construidas en espacios temporales diferentes. Entrarían dentro de lo que denominaríamos como enterramientos primarios, puesto que encontramos el cuerpo del individuo con los huesos en conexión anatómica en un alto porcentaje, y además demuestra la intencionalidad de inhumar al individuo en ese mismo espacio; a excepción de la fosa secundaria que denominaríamos como enterramiento secundario, por sus propias características.
La excavación arqueológica. –
El proceso de excavación resulta destructivo, tanto en cuestiones arqueológicas como forenses, ya que nos encargamos de abrir el contexto geológico sedimentado, rompiendo la secuencia estratigráfica realizada a través del tiempo y por las fuerzas de la naturaleza. Se debe tener en cuenta esta posición y afectar lo menos posible al entendimiento secuencial utilizando una metodología adecuada. Nos encontramos en ocasiones con afecciones provocadas intencionalmente por terceros; estas pueden haber intervenido negativamente en la propia secuencia geológica. De ahí que en el proceso de excavación sea conveniente, reconocer los estratos alterados por la intervención humana previa y la delimitación de esta.
Deceso por causa violentas e inhumación sin la respectiva necropsia. –
Esta se presenta en dos diferentes oportunidades: La primera cuando existió atención médica, después de unas lesiones personales, dolosas, culposas o accidentales, y por indicaciones del médico tratante no se requiere la necropsia. La segunda se da en casos donde no cuenten con médico en alguno de los municipios o poblados, entonces se procede con una inhumación provisional, para esos casos sería ideal contar con una bóveda asignada para las inhumaciones provisionales en cada uno de los cementerios de estos poblados.
Actuación de la Antropología Forense. –
D. C. Dirkman y sus colaboradores, en el libro “New perspectives in forensic anthropology”, cita que la actuación de la antropología, ha ido aumentando a lo largo del tiempo, debido a la problemática, cada vez mayor, que surge en el proceso de identificación de un cadáver. A. Z. Mundorff, en el artículo “Integrating forensic anthropology into disaster victim identification”, publicado en el número 8 de Forensic Sci Med Pathol, señala que unos ejemplos claros de ellos son los sucesos con víctimas múltiples derivados de desastres naturales, accidentes colectivos o atentados terroristas. Sin embargo, la mayoría de casos objeto de estudio en un laboratorio de Antropología Forense vienen dados por uno solo o pocos cadáveres que se puedan encontrar en fase de reducción esquelética, total o parcialmente, en mal estado de conservación o bien en proceso avanzado de putrefacción.
Estos restos los podemos encontrar bien, en superficie o bien inhumados, entre las situaciones más comunes. Desde el punto de vista forense, la mayoría de casos son del primer grupo, mientras que los segundos suelen ser hallados como consecuencia de obras accidentales o bien en el contexto de una confesión judicial o un testimonio obtenido en el curso de una investigación policial.
Pautas de actuación. –
Tras la noticia de la aparición de restos óseos humanos, lo primero es proceder a comunicar el hallazgo a la Unidad de Antropología Forense correspondiente. Es importante que el médico forense de guardia informe del hallazgo y actúe como mediador ante el Juez de guardia, explicando la necesidad de programar la intervención mediante un equipo especializado y no precipitarse en la recuperación de restos.
Exhumación. –
Una vez localizados los hallazgos, éstos pueden ser, por su frecuencia, en el contexto de cuatro situaciones fundamentalmente, y en cada una ella se procederá a actuar de una forma diferenciada: 1. Hallazgo en superficie de un cadáver esqueletizado o de restos óseos dispersos. 2. Cadáveres enterrados (o semienterrados), recientes, en avanzado estado de descomposición o esqueletizados. 3. Cadáver/es esqueletizados/s sumergido/s total o parcialmente (en pozos, fosas sépticas, lagunas, etc…) 4. Cadáver esqueletizados en un lugar confinado como los on, entre otros, nichos, tumbas construidas bajo tierra y panteones.
Hallazgo en superficie. –
Tratándose de un cadáver esqueletizado o de restos óseos dispersos. estableceremos dos fases, una no invasiva y otra invasiva, en función de si entramos o no en el área que rodea los restos. Las situaciones de los restos óseos pueden ser diversas, si bien las más habituales serán restos óseos con o sin componentes de ropas y restos óseos carbonizados o incinerados.
Fase no invasiva. –
En esta fase, se documentan todos los hallazgos desde la periferia de los restos y realizaremos una observación ordenada y meticulosa de la escena. Fijando la escena mediante croquis, fotografía o vídeo. Cuando se utilice un croquis siempre señalar el norte geográfico y las mediciones se realizaran tomando como referencia elementos fijos no removibles.
Fase invasiva. –
En esta fase, entramos dentro del perímetro donde se encuentran los restos a estudiar. Sin tocar, hacemos una primera valoración sobre el origen (es o no es hueso o restos) y especie (humano o animal). Debemos buscar elementos que aporten datos sobre la identidad. De esta forma se pone especial atención a la ropa, de la cual se describe: tipo, tejido, talla, marca, dibujos, detalles particulares (cremalleras, bolsillos, fondos), etiquetas identificativas (sobre todo en personas que están institucionalizadas), artículos personales como anteojos, joyas, documentos personales de identidad, seguro social, tarjetas de crédito, licencia de manejo, INE, etcétera.