CIENCIA FORENSE
Sabiendo que nuestro cerebro es la estructura más compleja del Universo, resulta poco comprensible y fuera de toda cordura, que las personas recurran a estimulantes que alteran la anatomía, bioquímica y fisiología de su cerebro, llegando a adquirir una dependencia, la cual, en muchas ocasiones, se paga con la pérdida de las facultades mentales e incluso con la muerte. El presente artículo forma parte de la serie que presenta Plaza de Armas, el periódico de Querétaro, como respuesta a su compromiso con la sociedad queretana.
Adicción.- La adicción se define como una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo de drogas, a pesar de sus consecuencias nocivas. Es una alteración provocada por el adicto, que se considera una enfermedad del cerebro. Los cambios en el cerebro pueden ser de larga duración, y pueden conducir a comportamientos peligrosos que se observan en las personas que abusan del consumo de drogas.
Drogas en el Sistema Penitenciario Federal. – Durante el taller de Capacitación de Alto Nivel del programa de Justicia Terapéutica para personas con consumo de sustancias psicoactivas de SEGOB, se presentó una estadística sobre la Prevalencia Anual para adolescentes de 12 a 17 años en 2005, adultos jóvenes de 20 a 25 años; observándose que las nuevas generaciones tienen más problemas de salud mental. En la encuesta realizada en 8 centros penitenciarios a 726 hombres y 95, 76% de 21 a 40 años. 17.8% con sentencia previa, se obtuvieron los siguientes resultados:
Marginación.
53.7% de los varones y 60% de las mujeres, no lograron terminar la secundaria, (56.6% de los hombres y 45.3% de las mujeres porque tenían necesidad de trabajar). 90% de los hombres y 87% de las mujeres comenzaron a trabajar antes de los 18 años, (30% y 28% respectivamente lo hicieron antes de los 12 años).
Delitos contra la salud.
57.6% de los hombres sentenciados y 80% de las mujeres.
41% por transportar drogas, 38% por posesión, 15% venta al menudeo. Tráfico 8.9%, venta al mayoreo, 4.9%, fomento al narcotráfico 3.2%, suministro 3%.
Droga.
58.7% marihuana, 27.3% cocaína, 11.1% metanfetaminas, 8.3% heroína, 3.4% crack, 2% pastas.
Consumo en las 6 horas previas al delito.
30.7% alcohol, 15.3% cocaína o crack, 13% marihuana, 6.3% metanfetaminas.
Personas detenidas. – En el número 1de la Revista Mexicana de Seguridad Ciudadana, M. Bergman y E. Azaola, publicaron el artículo “Cárceles en México. Cuadro de una Crisis”, en que reportan que, en un estudio llevado a cabo en los centros penitenciarios de la Ciudad de México, el estado de México y el de Morelos, se pudo registrar que más de la mitad de los que se encuentran detenidos, lo están por daños menores de $3,000.00, el promedio fue de $1,168.00. En sólo menos del 20% de los casos los montos excedían los $3,900.00. Los autores señalan que la mayoría de los que cumplen una sentencia por delitos contra la salud purgan sentencias de muy baja cuantía. Se trata de pequeños comerciantes o probablemente consumidores que fueron detenidos con cantidades que apenas superaban las permitidas y toleradas para el consumo personal.
Abuso de sustancias y violencia. – Con base a las dimensiones farmacológica, económica-impulsiva, sistémica y estructural, se reporta la siguiente tabla:
Secuencia neurobiológica de la adicción. – Al inicio, el novato experimenta efectos positivos y siente que tiene el control, se libera el neurotransmisor cerebral llamado dopamina relacionado con el placer, reforzándose la conducta y enviando señales para que se repita la experiencia; aunque posteriormente ya no tiene los mismos resultados, con lo cual la necesidad de consumir toma el control de su vida, ya que lo necesita para sentirse bien. Consecuentemente va aumentando paulatinamente la necesidad de aumentar la dosis, paralelamente se presentan cambios físicos en las áreas cerebrales involucradas en la toma de decisiones (control de la conducta), repitiéndose la conducta a pesar de las consecuencias para el usuario y otras personas.
Efecto de la adición en la adolescencia. – En la adolescencia el consumo de sustancias trae graves consecuencias, como lo es el desbalance en la maduración de los principales centros nerviosos del cerebro, trayendo como consecuencias la disminución en la capacidad para regular la conducta (emociones), incremento en la sensibilidad a influencias externas, disminución en la habilidad para juzgar y tomar decisiones que requieren orientación hacia el futuro. Y, actividad ilegal –extensión de la toma de riesgos.
Adolescencia: biología y ambiente. – R. Bonnie y sus colaboradores, en el libro “Reforming Juvenile Justice: A Developmental Approachm National Research”, señalan que la gravedad y probabilidad del delito y el efecto de las intervenciones está influida por la interacción con los padres, la escuela, la comunidad y otros elementos del ambiente social. Indicando la importancia de considerar el contexto y la disponibilidad de armas, la validación social en cuanto al uso de la conducta violenta, los factores de género y la posibilidad de conductas heredadas y de desarrollo. Y, obviamente, la disponibilidad y acceso a sustancias.
Trastorno antisocial de la personalidad. – De acuerdo con el manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales 5 (DMS-5), el consumo de sustancias se manifiesta a través de las siguientes manifestaciones de personalidad antisocial:
1. Fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivos de detención.
2. Deshonestidad indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer,
3. Imposibilidad o incapacidad para planificar el futuro.
4. Irritabilidad y agresividad, indicadas por peleas físicas repetidas o agresiones.
5. Despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás.
6. Irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o hacerse cargo de obligaciones económicas.
7. Falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación de haber dañado, maltratado o robado a otros.